Los extraños: cacería nocturna arranca con una leyenda que reza que está basada en hechos reales. Cindy (Christina Hendricks) y Mike (Martin Henderson), llegan un campamento de remolques con sus hijos Kinsey (Bailee Madison) y Luke (Lewis Pullman). Kinsey está ofuscadísima con su familia. Al parecer hizo alguna travesura y sus padres decidieron enviarla a vivir lejos, cambio de colegio incluido. Llegan al remolque que les asignaron y empiezan a suceder cosas raras: ruidos, extraños que golpean la puerta, descubrimientos macabros. De ahí en más, lo único que quiere nuestra familia amiga es escapar de estos tres enmascarados que quieren matarlos aparentemente sin razón.
La aclaración sobre el vínculo de lo que vamos a ver con la vida real nos desorienta. Uno espera una película en clave realista, y Los extraños: cacería nocturna está muy alejada de ello. Tomando el hecho que los asesinos verdaderos usaban máscaras, se la emparentó con ese subgénero conocido como giallo. Entonces, hay dos caminos para disfrutarla: reconocer los guiños del género o simplemente no tomársela en serio.
Los asesinos de Los extraños: cacería nocturna se ubican en el arquetipo del psicópata enmascarado, el referente que todos conocemos es Jason (saga viernes 13). No muestran su rostro, se mueven de modo sigiloso pero están siempre cerca de la víctima, son sanguinarios y parecen invencibles. Los tres enmascarados de Los extraños cumplen con este postulado. No sabemos qué quieren ni quiénes son, solo vemos lo que hacen. Y lo que hacen es motivo más que suficiente para llevar la acción adelante.
Al principio choca un poco la actuación de Bailee Madison. No sólo nos parece exagerada, sino que en conjunto con su vestuario, grunge de manual, no la soportamos más. Queremos que sea la primera que muere, aunque por cómo viene la historia notamos que es quien seguro sobreviva. Más avanzado el relato, cuando caemos en cuenta que nada es realista, nuestra percepción de su performance se acomoda. Logra convertirse en una scream queen con todas las letras.
A pesar de sus 80 minutos de duración, Los extraños: cacería nocturna se hace larga. La dinámica de escaparse – ser alcanzados, esconderse – ser descubiertos es lineal, nunca incrementa su intensidad. Entonces te aburrís un poco. Llegando al final, una escena con luces de neón, pileta y Bonny Tyler levanta el interés. Sin dudas, es el momento icónico de Los extraños.
En resumen, Los extraños: cacería nocturna es una película para amar u odiar. Juega más con el suspenso que con la sorpresa, usa recursos del giallo como el zoom y música estridente. Tiene una protagonista que es insufrible o la rompe depende cómo lo mires. Se hace larga, pero sabe tener momentos muy bien contados. La recomendación es verla y llegar a un veredicto propio. A quien suscribe, como adepta al género, le encantó. Pero no puede pretender que a todos les pase lo mismo.