Si algo mantiene aún vigente a Spielberg en Hollywood es su capacidad para interpretar y anticiparse a los cambios de la industria que siempre admiró y ayudó a forjar en los últimos 45 años. Del cine adulto al cine para toda la familia, de los efectos visuales mecánicos a los 3D, siempre ha sabido acoplarse a las nuevas necesidades del espectáculo y manera de captar al público. En línea con las producciones contemporáneas Spielberg hace una biopic de su propia infancia, contando su paso a la adultez en una Coming of Age muy cinética.
Como el afiche de Los Fabelman (The Fabelmans, 2022) anticipa, se trata de una película de retazos, de distintos momentos de su vida retratados por el film de extensas dos horas y media de duración. La relación con su madre (Michelle Williams), una artista que toca el piano y baila, y con su padre (Paul Dano), un ingeniero informático, serán la clave de su pasión por el cine. Por eso la película empieza cuando ellos lo llevan al cine a ver El espectáculo más grande mundo (The Greatest Show on Earth, 1952) de Cecil B. DeMille. El pequeño Steven, bajo el nombre de Sammy Fabelman en la película, queda obnubilado cuando ve chocar a un tren con un auto, escena que el pequeño Sam (Gabriel LaBelle) tratará de reproducir una y otra vez en la pantalla.
Desde el género no faltará el despertar sexual, los problemas de bullying en la preparatoria, las discusiones familiares cuando descubra la infidelidad de su madre con su tío (Seth Rogen), y otros episodios pregnantes en la memoria del veterano realizador. En ese sentido es destacable la idealización de los momentos identitarios del joven Sammy. El juego de palabras del apellido de la familia con la noción de fábula permite dar cuenta que a Spielberg no le interesa contar la verdad sino una versión más interesante de sus recuerdos.
Por eso edulcora a la figura de su madre y dota de extrema bondad y comprensión a su padre. Por eso también resume en la película sobre el festejo en la playa con sus compañeros de colegio, la diferencia necesaria entre la realidad y la construcción de imaginarios fílmicos. “La vida real no es así” le recrimina un compañero, y él le contesta “pero en las películas siempre te quedas con la chica al final”.
Los Fabelman también deja entrever la gran capacidad de Spielberg de narrar -y emocionar- solo con imágenes. Una economía de lenguaje lograda gracias a la falta de sonido de su cámara Bolex. El juego con el período mudo siempre está presente en su concepción del cine. Y por supuesto no falta su encuentro con John Ford (interpretado por David Lynch en la película), contado por él mismo infinitas veces en innumerables entrevistas. ¿Por qué filmarlo entonces? Por los mismos motivos descritos arriba. Porque el cine para él, siempre es mejor que la realidad.