Seguro que más del ochenta por ciento de las reviews de este film utilizan la frase “la película más personal de Spielberg”.
Y obvio que es así porque se trata de su -semi- autobiografía y tanto la nostalgia como el homenaje se encuentran a la altura.
Estamos hablando de uno de los mejores directores de todos los tiempos y el creador del cine blockbuster.
Por supuesto que no es su mejor película pero su magnetismo es innegable y el tipo sigue filmando como los dioses.
La fotografía es una delicia, cada plano estudiado. Los movimientos, las angulaciones, las fusiones.
Me da la sensación de que quiso dejar testamento en su propia biografía de todo lo que puede hacer incluso cuando muestra a alguien caminar.
Asimismo, no opino eso que he leído por ahí de que es “la Cinema Paradiso de la nueva época”. Ya que la película de Giuseppe Tornatore abordaba desde otro lado el amor al cine y fue otro tipo de autobiografía.
Aquí Spielberg nos muestra como se formó, cómo aprendió a hacer puestas y, por sobre todo, la relación de sus padres.
Algo que de alguna manera, a modo de metáfora, había hecho en ET (1982) y de forma mucho más sutil en la escena final de Encuentros cercanos de tercer tipo (1977) donde la tecnología se comunica a través de la música.
Esa catarsis es llevada al extremo aquí, de forma Freudiana, pero aunque suene redundante, de manera cinematográfica en el sentido más artístico de la palabra.
Tanto Paul Dano como Michelle Williams hacen un trabajo formidable.
Lo mismo Seth Rogen, en su papel más dramático hasta ahora.
Y la gran revelación, Gabrielle LaBelle, que tuvo la magna responsabilidad de interpretar al protagonista que aquí se llama Sammy (el director no se animo a nombrarlo Steven), es para aplaudirlo, al igual que con el resto del cast.
Mención aparte para la mágica aparición de Judd Hirch.
También hay que remarcar la espectacular banda sonora por parte de John Willimas y que sella 50 años de colaboración entre estos dos monstruos.
Todas y cada una de las nominaciones y premios de Los Fabelman es más que correcta y merecida.
Nos encontramos ante una biopic a corazón abierto del máximo referente del séptimo arte de las últimas cinco décadas.
Jamás podré olvidar el plano final.