Un cuento de Navidad (1843), de Charles Dickens, no sólo es la mejor novela que retrató el verdadero espíritu de la navidad antes de la llegada de Coca Cola que cambió el sentido de la festividad con el consumismo, sino que además es la obra literaria más adaptada en la historia del cine.
Desde 1901 hasta la actualidad esta historia se contó infinidades de veces en la pantalla grande, por no mencionar la enorme cantidad de referencias que se hicieron en series de televisión y dibujos animados.
No hay mucha discusión al respecto. El trabajo de Dickens representa la gran historia de Navidad.
En consecuencia, sentarse a ver una adaptación de Disney dirigida por Robert Zemeckis, la verdad que no generaba muchas expectativas ya que es un cuento que vimos muchísimas veces y las posibilidades de encontrar algo novedoso eran escasas.
Lo cierto es que este estreno se convirtió en una enorme sorpresa de este año.
El impacto más grande es que no se trata de una típica película animada de Disney.
Históricamente la compañía del viejo Walt siempre distorsionó los grandes clásicos de la literatura como Tarzán, Peter Pan, El libro de la selva o Las Crónicas de Prydayn (El caldero mágico), que en realidad son mucho menos inocentes e infantiles de lo que la mayoría del público piensa.
Disney las adaptó para que pudieran ser disfrutadas por los más chicos.
Con Los fantasmas de Scrooge brindaron una enorme sorpresa al presentar una adaptación súper fiel a la obra de Dickens con una visión absolutamente tenebrosa y más oscura de lo que esperábamos.
Esta no es un film para llevar niños pequeños porque pueden asustarse de verdad con los fantasmas de la historia.
Especialmente el que representa a la Navidad del futuro que es totalmente escalofriante.
Es más, me atrevería afirmar que se ve mucho más aterrador que los fantasmitas boludos orientales que llegaron a la cartelera en el último tiempo.
La visión que presentó Zemeckis es realmente espectacular en todo sentido.
Se preocupó por ser fiel a la obra, pero al mismo tiempo le aportó toques de humor que funcionan muy bien y logró que la aparición de los fantasmas no sólo fuera aterradora para el viejo Scrooge, sino también para el público.
Para vivir la experiencia de este estreno en toda su plenitud es necesario disfrutarla en la pantalla IMAX en 3D porque el sistema te permite contemplar el trabajo del director en su máxima expresión.
Queda claro que Zemeckis es el gran Rey del 3D y sabe trabajar el formato como nadie.
Las escenas que Scrooge vuela por los cielos con los fantasmas son imponentes y por unos instantes el director logra que vos como espectador sientas que estás volando junto con los personajes.
Uno de los grandes placeres que no permite este estreno es poder de disfrutar de Jim Carrey interpretando estos clásicos personajes.
Por una cuestión que soy más fan de la literatura de fantasía y la mitología nórdica en mi opinión me gustó mucho más Beowulf dentro de las propuestas que brindó Zemeckis en los últimos años dentro de este género.
Sin embargo, Los fantasmas de Scrooge es otra gran película de este gran visionario del cine que aunque trabaje con historias super conocidas con más de 100 años de vigencia, el tipo logra que la disfrutes como si fuera la primera vez que la conocés.