Una vez más el clásico de Charles Dickens (Un cuento de Navidad) es llevado a la pantalla grande y ya perdí la cuenta de cuantas adaptaciones van.
Esta vez, viene con el plus de la tecnología 3D y la ventaja de ser una película dirigida por Robert Zemeckis, que usa la misma estética de animación que en El Expreso Polar.
En lo que en apariencias en un cuento para niños, ya que en la mayoría de sus adaptaciones anteriores, el cuento iba orientado a toda la familia, pero puntualmente a el publico infantil (recuerdo haber visto de chico una versión con el Pato Donald), esta vez está convertido en una historia más dark. No es que hayan cambiado la misma, pero Zemeckis se encargó de darle un toque de oscuridad, que sinceramente, no es para menores de 13 años. Por momentos es muy escabrosa y llama la atención que Disney haya realizado algo tan oscuro.
¿Es necesario contar de qué va la trama? Todos conocen la historia del viejo avaro que es visitado, en Nochebuena por los tres fantasmas de la Navidad. Los cuales le mostrarán su pasado, presente y el futuro que le espera si sigue actuando como lo hace.
El viejo avaro del que hablábamos, llamado Scrooge, está interpretado por, o más bien, sigue los movimientos y copia las facciones de Jim Carrey, que aparte del protagonista, realiza otro siete papeles distintos, entre pasado y futuro. Otros actores de renombre, como Gary Oldman y Bob Hoskins, también son de la partida y prestan sus cuerpos y voces para la película.
Técnicamente la película es un espectáculo y se puede disfrutar tanto en 3D como en los cines convencionales. Las sombras, los colores, los encuadres, todo es muy bello y digno para ver en la pantalla grande y encima con una banda de sonido, a cargo de Alan Silvestri, muy buena que acentúa esa belleza de la que hablábamos.
El problema es, como ya dije antes, que todos conocemos el cuento de Dickens, y entonces, desde el vamos, uno se sienta en la butaca ya sabiendo lo que va a pasar, restándole al guión, la posibilidad que tiene cualquier otro film, de hacernos una jugarreta con un giro inesperado. El “ida y vuelta” entre el espectador y la película, se basa en ver como está resuelto, en el campo estético, el cuento.
El mensaje que deja es reflexivo e invita a que la gente no se aferre a todo aquello que no puede llevarse a “la otra vida” y se dedique a vivir y ser bondadoso. En esta peli, le dedicaron poco tiempo al final y alargaron las escenas de Scrooge con los tres fantasmas. Una vez que es abandonado por el último de ellos, en cinco minutos termina la película y uno se queda con las ganas de ver más de ese viejo odioso convertido en “Carmelita Descalza” siendo bueno y generoso. Creo que tanta oscuridad previa no llega a “limpiarse” en los minutos finales.
Definitivamente, el film cumple con su deber, es una propuesta para ver en el cine, sobretodo si la podes ver en 3D, ya que en una tele convencional, perderá la magia de la pantalla grande y su resultado puede ser peor.