Excelente versión del clásico de Dickens.
Recuerdo que allá por los años '80 vi por primera vez un film 3D, Tiburón, un intento que por aquellos años quedó meramente en una atracción lúdica. Anteojitos rojos y verdes de cartón, muy incómodos porque a cada rato se caían, descartables y que a la larga provocaban dolor de cabeza. Ahora el 3D es indudable que llegó para quedarse y es que la experiencia, más allá de cualquier efecto, es totalmente diferente. Ver Los fantasmas de Scrooge, desde que leyera ese fantástico relato de Dickens, era para mí un deber y verlo hoy por hoy en 3D, una necesidad. Además de esa diversión extra de vernos a todos como pavotes extendiendo la mano para tocar la nieve o gritar y hacernos a un lado cuando nos apunta a la cara el negro dedo esquelético de la muerte, está esa posibilidad de sentirse directamente dentro del escenario. Uno camina a espaldas de Scrooge, se queda mirándolo tras una pesada reja, tiembla ante el fantasma que nos mira directamente a los ojos. Sí señores, el 3D más allá de toda aparotisadad comercial es una experiencia que ha venido a superar cualquier experiencia previa que hayamos tenido con el cine.
Sacando ahora toda esta cuestión visual, Los fantasmas de Scrooge es una magnífica y certera adaptación del clásico literario. Por eso he de decir que si van a llevar a sus críos al cine como hice yo se lo piensen un par de veces: la más pequeña se aburrió bastante y el más pequeño casi sucumbe a un filicidio por parte de mi marido que desde ya, (y acá comprobé cuánto debe amarme este hombre) no dejó que fuera yo quien tuviera que salir del cine para que el resto no nos linchara. "Vos te debés a tus lectores"- me dijo en clave de sorna y se perdió el 80% del film.
Zemeckis apuesta a contarnos la historia de este avaro personaje, un obseso por la riqueza y la miseria que además es desagradablemente antipático, de la misma manera que Dickens. Una pesada carga reflexiva sobre el pasado, el presente, el futuro y los valores de la generosidad, compasión nos son mostradas con oscuridad, severidad y con apenitas algún que otro toque de comicidad. Jim Carrey, a quien temía un poco por sus acostumbrados gestos hiperbólicos, nos ofrece 8 personajes, gracias a la maravilla del Performance Capture, de una profundidad y seriedad única. Aunque he sido testigo de sus habilidades dramáticas, esta vuelta me sorprendió. Será por eso de que uno siempre asume lo matemático: Disney + Carrey + Navidad = peli infantil, comedia o similar... no, no, no. "A Christmas Carol", como es su nombre original, es ante todo una adaptación muy bien hecha de un clásico literario; por lo que su calificación para mayores de 13 años es bastante comprensible. Además hay ciertas escenas que fácilmente asustan a los más pequeños, la aparición del primer fantasma por ejemplo, o esos niños bajo la capa del fantasma de la Navidad presente que representan la ignorancia y la necesidad, estremecen.
Emotiva por momentos, es difícil resistirse a a un par de lagrimones y la calidad de las actuaciones, Gary Oldman, Colin Firth, Bob Hoskins, no pasan inadvertidos. Ya decía en su momento Carrey: " Hay mucha polifonía, cuestiones físicas que tenía que hacer. Ni hablar del acento correcto, el acento inglés o irlandés. Quise ser bueno y que la gente dijera: "Sí, qué real!". Fuimos muy fieles al libro. Es hermoso. Un Film increíble". Tan es así que hasta puede verse un cuadro del autor colgado de una de las paredes. Indudablemente uno le cree a Zemeckis cuando dice que este es su relato preferido relacionado con los viajes en el tiempo.
Lo único quizá criticable para mi gusto personal es ese pequeño monólogo final a cámara; pero es una nimiedad al lado de tan elaborado producto. Recomendable, inolvidable. Si no la vieron, ahora que viene la Navidad, es una elección sabia.