Los insondables laberintos que tiene el cerebro humano, en el que intervienen los sentimientos, la genética y la familia, provocan traumas de distinto tipo, hasta convertirse en su propio enemigo. De eso se trata en éste documental, con tintes de ficción, en el que vemos, desde el lado de los pacientes, cómo son, qué hacen, o sienten, al estar internados en un neuropsiquiátrico, y sus intenciones de evolucionar con el tratamiento hasta poder conseguir la extgernación y vivir en una casa de convivencia.
En un trabajo de codirección Ana Santilli Lago, Malena Battista, Laura Lugano y Ayelén Martínez cuentan con la colaboración y participación en el modo de contar, como le dicen ellos, a la “guerra” permanente que significa la lucha interna para alejar a los demonios que los acosan. Son tres pacientes, Daniel Degol, Jorge Deodato y Miguel Godoy, aunque podrían ser muchos más, que ponen el cuerpo y el alma para exponerse sin tapujos frente a una cámara y relatar sus conflictos, padecimientos, y necesidades de mejorar.
No sólo cuentan sus propias experiencias sino que además actúan algunas escenas encarnan personajes con otros nombres, donde las directoras, en muchas ocasiones, juegan con las imágenes al hacer movimientos antinaturales o imprimiéndoles algún efecto raro. Por otro lado, les interesa mucho resaltar los elementos circundantes que hacen a la realidad de los protagonistas, al realizar planos detalle de objetos y movimientos de manos, o planos en el que no les interesa mostrar las caras sino los gestos corporales, etc.
Suenan unas pocas y lentas canciones siguiendo el mismo ritmo que tiene la película, cuya intención principal es la de resaltar a los tres ejemplos tomados siguiéndolos desde el 2012 hasta la actualidad, para poder observar los resultados de la superación y recuperación de sus vidas, gracias al esfuerzo personal, por sobre todas las cosas.