EL OTRO LADO
Los fuegos internos es una producción colectiva tan intensa como conmovedora por su forma de encarar un tema espinoso con una sensibilidad que demuestra el cariño por sus tres protagonistas, más allá de que el sanatorio Alejandro Korn en Melchor Romero termina siendo un personaje como estructura. La mirada de las cuatro directoras (Ana Santilli Lago, Ayelén Martinez, Laura Lugano y Malena Batista) en su primer emprendimiento cinematográfico indaga en la subjetividad construyendo un relato que representa más que presenta, haciendo de la expresión corporal una herramienta para aproximarse al infierno personal de Daniel, Miguel y Germán, pacientes del hospital que se encuentran en el proceso de salida del manicomio. No todas las vertientes narrativas contribuyen a darle una forma compacta y sólida al documental, que toma elementos del testimonial, no ficción y búsquedas líricas que dan un resultado algo disperso cuando se aleja de sus tres protagonistas excluyentes.
Probablemente una vez finalizado el documental el testimonio más resonante sea el de Daniel Degol, que falleció antes del estreno del film y a quien va dedicado en el cierre. Pero no sólo por esta cuestión, sino también porque su búsqueda poética contiene algunos de los segmentos más emotivos. La melancolía de su relato en off expresa tanto dolor como esperanza, y las secuencias con los trabajos de expresión corporal intentan acercarnos al infierno subjetivo que atraviesa, más específicamente un cuadro de esquizofrenia. Los testimonios de Miguel y Germán no son menos intensos pero resuenan de forma distinta a lo largo del documental, en parte también gracias al atisbo a la obra de Degol cuyos versos aparecen esporádicamente como separadores. El eco de los versos de sus poemas es particularmente desolador una vez que el final resignifica el valor de esos segmentos.
Sin embargo el documental no deja de ser un valioso testimonio en su conjunto del proceso de desmanicomialización, un tema muy debatido en el campo de la salud mental que se aborda no sólo desde la experiencia de los tres protagonistas, sino también a través de la exposición de profesionales y pacientes en un programa radial. Los fuegos internos muestra cómo resulta el proceso de retorno a la comunidad tras el encierro en una institución con una mirada tan aguda como sensible, pero predomina el intento de aproximarnos a la subjetividad de los protagonistas antes que la exposición de la cotidianeidad. No todos estos aproximamientos resultan igual de efectivos: demostrar la aparición de “Jesús” ante un paciente que padece delirios en una secuencia puede resultar un subrayado que no aporta demasiado a la narración. Distintos son los planos que se pierden en las texturas de los muros del hospicio, que tienen una búsqueda poética a través del montaje de encuadres cerrados que dan siempre la idea de encierro. Estos definitivamente actúan como un complemento de la experiencia subjetiva de los tres protagonistas, incluso cuando esto resulta apenas un flashback: allí está la herida.
Conmovedor y agudo por sus observaciones precisas a través de la experiencia de sus tres protagonistas, Los fuegos internos es un documental sólido a pesar de que no profundiza en algunas de las muchas facetas que abre en la narración de su problemática. Sin embargo, resuena por la calidez de sus testimonios y la mirada del colectivo de directoras.