A esta altura de la carrera de Frenkel debo admitir que o bien no entiendo su sentido del humor o hay algo que se me escapa en sus películas. Me pasó varias veces y me vuelve a suceder en este documental centrado en una serie de personas de distintos puntos del interior del país que tienen desconocidos programas de radio y de televisión por cable y que, según parece, tienen la costumbre de organizar ceremonias de premios y dárselos los unos a los otros. Se trata de premios de un valor nominal y sin ningún sentido real, pero los conductores de estos programas se vanaglorian de ellos y los exhiben y cuentan por decenas.
La película no investiga mucho en cómo funciona el sistema pero queda claro que son casi arreglos comerciales entre todos estos programas: uno de ellos organiza un evento con comida y números musicales, los demás viajan allí y pagan una entrada, el organizador cubre gastos (y tal vez se haga algún dinerillo) y todos se aseguran un premio en la ceremonia. Y luego se hará lo mismo en otro lugar. Y todos contentos. La película se toma en broma o de manera condescendiente a estos personajes que, si bien pueden no ser la salvación de la radiofonía o la televisión argentina (queda claro que no aparentan ser grandes programas los que hacen), no le hacen daño a nadie y se ocupan de lo suyo de la mejor manera que saben o pueden hacerlo. Sí, se entregan mutuamente sus premios y eso los alegra o les sirve de raro y autogenerado estímulo. Y punto. Tampoco el filme los acusa de estafar a ninguna entidad pública: es un juego al que todos juegan y en el que todos saben las reglas. Nadie engaña a nadie o al menos eso parece.
No me queda claro si la mirada de Frenkel es de simpatía, de condescendencia, de parodia o directamente si se burla de ellos. Preferiría entenderla de la primer manera (como es el caso del cine de Christopher Guest) pero por algún motivo en la manera en la que estos personajes están filmados y las respuestas que dan a las preguntas que se les hacen tengo la impresión que la película se burla un poco de ellos. Tal vez no sea eso lo que busca Frenkel, pero me resulta imposible no verlo ahí, en cada plano. O, tal vez, es un tipo de humor que a mí no me terminará nunca de cerrar.