De haberse dedicado al periodismo, Néstor Frenkel sería un hábil proveedor de lo que en la jerga se conoce como "notas de color". Sus inquietudes como documentalista lo llevaron a bucear en curiosas historias mínimas, aquellas que circulan por los márgenes y con protagonistas para muchos invisibles. Una banda de rock con un baterista con síndróme de down (Buscando a Reynolds), los habitanes de una ciudad del interior anegada por el agua (Construcción de una ciudad) y un excéntrico mago al que le falta un brazo (El ilusionista) fueron algunos de los personajes tratados por Frenkel, siempre dejando lugar a la ambiguedad sobre cuánto de interés genuino y cuánto de ironía y/o cinismo hay en aquellos abordajes.