Los ganadores es un documental que muestra un desfile de personajes atractivos y extravagantes y los vuelve carne de cañón.
Siguiendo cierta obsesión por algunas personas “particulares” el director se topa con un mundo bastante excepcional que es el de los premios. Infinidad de asociaciones que otorgan distinciones y de personas que quieren ser reconocidas con ellas. Después de hallar al protagonista, el documental se centra en él, en su programa de radio y televisión y en la ceremonia de premiación “Estampas de Buenos Aires” -desde la convocatoria, pasando por la organización y el mismo evento de entrega-, mostrando el negocio que rodea al evento y las distintas situaciones que se deben sortear en cada paso para participar y triunfar.
Néstor Frenkel en Los ganadores se desliza por una delgada línea que siempre está al límite entre construir una especie de comedia descriptiva de un mundo desconocido y un menosprecio evidente para con el universo documentado. La mayoría de las veces triunfa esto último que se refleja en el material finalmente seleccionado, en las situaciones editadas, en la música con la que refuerza esa mirada, en la posición de la cámara, en la repetición de errores, transas y gustos de clase que llevan a una risa fácil y despreciativa, la decisión de reírse del otro y no con el otro. La escena de la presentación de una persona (más allá de las razones que demuestran su calidad de cuestionable organizador de premios) casi al comienzo del filme sosteniendo durante un tiempo prolongado su rostro a cámara, delata lo que el director -más allá de sus fines enunciados-, finalmente ofrece como producto final.
Cualquiera de esos momentos, sostenidos en unos hombres y mujeres que defienden valores conservadores y reaccionarios o simplemente vacuos y llenos de lugares comunes, podrían haber sido filmados con una cámara que observe a la misma altura y no con el cinismo y la superioridad que lamentablemente termina siendo la forma elegida. Y donde además se cuela cierta mirada clasista que pareciera estar tiñéndolo todo si se elige, como se hace, contarlo desde ellos y no poniendo la lupa en tantas otras premiaciones con más renombre que también adolecen de los mismos vicios, rumores y desaguisados.