MÁS QUE UN HOMENAJE
Cuando uno visualiza el tráiler de Los hambrientos, lo primero que ve es todo el contexto rural en donde sucede e inmediatamente remite a The night of the living dead (1968), la película que dio inicio a lo que hoy conocemos como zombie moderno. Lo bueno de esta película de Robin Aubert es que no se queda en un simple homenaje y da un paso más adelante para tener personalidad.
La estructura es la misma, un grupo de personas que quedan aisladas en un pueblo rodeado por hermosos bosques e intentarán llegar a la gran ciudad. Están rodeados por estos infectados -no están caracterizados como zombies-, que son personas que tienen un apetito voraz y que al morder contagian lentamente y se comunican por unos gritos que remiten a The body snachters (1978). Hay mucho humor en la película, puesto en determinados momentos y que se utiliza especialmente en un gag que tiene un remate muy negro.
Los hambrientos gana por su puesta en escena, por unos climas muy bien logrados, y por toda una secuencia filmada de noche en la que dos personajes salen de una casa y quedan parados frente a un bosque: han puesto trampas para ratones por todo el lugar y se quedan escuchando cómo las trampas se van activando hasta dar la sensación que no hay uno sino muchos infectados. Ese gran momento es todo lo que hay que aprender del fuera de campo.
Aubert tiene una película anterior que no vi, pero le prestaremos atención porque sabe manejar muy bien los momentos para llegar a resoluciones tensas sin caer constantemente en el efectismo. Eso para el cine de terror actual es todo un logro.