Voracidad canadiense.
A partir del boom de la serie televisiva The Walking Dead, un drama plagado de zombies y la imaginería al servicio de la truculencia, la estética comic y el pop para nutrir a la historia de una dinámica propia, se generan enormes problemas a la hora de repensar o analizar películas como Los hambrientos, más allá de su procedencia canadiense o los aires arties detrás de la cabeza de su realizador Robin Aubert.
Ya tuvimos un ejemplo coreano, hace poco, realmente un prodigio de drama zombie con escenas de alto impacto y violencia dentro de un tren, sin menoscabar el trabajo minucioso en la construcción de personajes, subtramas y un drama familiar de mucha adrenalina y emoción, para tomar de muestra como lo que no debe hacerse. El ejemplo es este film canadiense.
En primer lugar, si bien la historia plantea la dialéctica de la supervivencia de un grupo de hombres y mujeres, incluídos ancianos y niños, en un escenario post apocalíptico donde el contagio de una enfermedad genera ataques inusitados entre sanos e infectados, la estructura narrativa se apoya en una endeble línea que acumula situaciones sin desarrollo dramático alguno.
Pareciera que es más importante para el director cómo ver que cómo narrar lo que se ve y desde ese lugar la estética artística termina cansando a un espectador sediento de zombies y sorpresas en cada enfrentamiento.
Tampoco suma una suerte de recurso de misterio con base simbólica en una zona despoblada, donde los infectados se detienen a contemplar una suerte de altar elaborado con objetos y que trae el rápido recuerdo de aquel clásico El hombre de mimbre, por supuesto la original y no la remake protagonizada por el decadente Nicolas Cage, hace varios años atrás.
Sin mucho más que decir de este producto canadiense con ínfulas de cine arte, cualquier episodio de la serie norteamericana de la que todo el ambiente del terror habla y espera con ansiedad cada capítulo, tiene mayor peso narrativo un episodio tomado al azar, y por eso desde este espacio la recomendación de darle una oportunidad a los zombies yanquis en lugar de los canadienses y a las tribulaciones de un ecléctico grupo de sobrevivientes, queda más que clara.