Desde el estreno de La Noche de los Muertos Vivos, pocos subgéneros gozaron de tanta popularidad como el subgénero zombie. Naturalmente, entrado el Siglo 21, la sencilla formula de tener a tus protagonistas huyendo de o macheteando a cadáveres caminando muy lento no iba a ser suficiente, y las cuestiones emocionales de los sobrevivientes empezaron a tomar más partido de lo que se esperaba. Los Hambrientos se inscribe precisamente en esta corriente.
Difuntos Activos
El punto de partida no es muy complicado: un apocalipsis zombie ha azotado a un pueblo de Quebec y cuenta la historia de aquellos que han sobrevivido. Cómo se terminan encontrando, conociendo, reflexionando sobre lo que les está ocurriendo y, desde luego, la búsqueda incansable de otros sobrevivientes como ellos.
Si bien la película en ningún momento elude la utilización del gore esperable dentro del clima que propone, esto es más una reflexión sobre la condición humana, usando al zombie como contexto narrativo más que como exponente puro y duro del género. Es fundamentalmente un ejercicio de personajes en una situación extrema. Lo que piensan y sienten de lo que son, de lo que dejaron atrás, de lo que les fue quitado. Eso recibe más atención que la sangre, los machetazos, los gruñidos y las persecuciones, aunque naturalmente no los hace a un lado.
Cuestión apreciable desde el costado dramático y, debe decirse, arriesgada, ya que es una apuesta que le puede costar críticas de los espectadores más asiduos del género, acostumbrados a los códigos esperables.
Por el costado técnico, aunque incurre abundantemente en el dialogo contemplativo, cuando llega la hora de avanzar el relato, de introducir los puntos de giro importantes, se hace de una manera puramente visual. Sin ir más lejos, la manera en que el guionista y director Robin Aubertintroduce a los personajes de su historia se explica puramente con las expresiones actorales y la utilización de la cámara. Es un film que tiene claro que las acciones hacen al personaje.
En materia actoral, tenemos un reparto a la altura del particular desafío narrativo. El registro de todos está más cercano a la supervivencia de una guerra que al de un apocalipsis zombie, y es un registro que se sostiene incluso cuando tienen que repartir los golpes. Esta gente no se convierte de golpe y porrazo en héroes de acción.
Destacan, de entre todo el elenco, Marc-André Grondin, con un personaje que cuando no está huyendo o disparando gusta de contar chistes malos. La manera en que los cuenta es el plato fuerte de su actuación. Esos usos ejemplares del subtexto donde las palabras dicen una cosa pero la cara dice otra. Otra destacable interpretación es la deBrigitte Poupartcomo una madre de familia que lo perdió todo y puede decir mil cosas con su expresividad.