Mirá quien canta
Resulta innegable al tomar contacto con esta película su marcada influencia de un tipo de cine que hoy hace gala en varias series webs de origen local. Más precisamente aquellas que propone la plataforma de la universidad Tres de Febrero en su canal Un3tv. Los hermanos Karaoke tranquilamente podría dividirse en episodios de ocho minutos por su estructura narrativa. La autonomía de cada escena la marca el ritmo del gag y su remate, de la sorpresa a partir de la introducción de elementos que escapan a la lógica costumbrista y vienen ya impregnados de un meta lenguaje, aspecto que le define sus virtudes y también señala sus limitaciones.
La premisa nos introduce en la historia de un dúo, integrado por Mía y Simón, cuyo nombre artístico responde al título del film. De gira por la Patagonia, en un vehículo precario, ellos autogestionan sus presentaciones en eventos de escaso nivel de convocatoria. También tratan de promocionar su espectáculo mediante la entrega de un cd que contiene algunos covers, los cuales interpretan en sus shows.
La idea de cover ya genera un subtexto y el primer apunte irónico en la trama cuando la falta de originalidad en los temas abre el subterfugio del negocio de la música propiamente dicho. Allí, cantar temas ajenos como si fuesen propios forma parte de las reglas de un mercado en el que vale más el packaging que su contenido.
Sin embargo, la película crece con el agregado de un tercer personaje, Alan, una mezcla de gurú ecologista y chanta que maneja conceptos de marketing y que siembra la semilla de la discordia entre Mía y Simón. En ese apartado y la dinámica entre los tres personajes descansa el corazón de esta fresca propuesta, carente de ambición y muy cómoda de ver y disfrutar sin pedirle demasiado a la historia y a su vara de calidad humorística, que no pasa de la ocurrencia o el apunte gracioso como suele ocurrir la mayoría de las veces en las irregulares series webs de Un3tv.