Cuando una película de suspenso mantiene al espectador pegado a la silla, con un interés genuino por mirar lo que sigue después de cada escena, entonces el guionista y el director han conseguido su objetivo. Los guionistas de «Los hombres que no amaban a las mujeres» son Nikolaj Arcel y Rasmus Heisterberg, y se basaron para escribirlo en la novela del mismo nombre, de Stieg Larsson.
Pero esta película también tiene un toque policial, investigativo y de búsqueda de la verdad, que proporciona esperanzas de justicia, en un mundo oscuro en donde el poder del dinero retuerce las cosas a su antojo.
No he visto todavía la versión hollywoodense («La muchacha con el tatuaje del dragón», que se estrenó en el 2011), pero la película de la que hoy escribo vio la luz en el año 2009 y fue dirigida de una manera espectacular por Niels Arden Oplev.
Hay dos personajes principales en la trama, que son: Mikael Blomkvist (interpretado por Michael Nyqvist) y Lisbeth Salander (Noomi Rapace).
No es mi intención contar el argumento de la película aquí; sino más bien, destacar el personaje Lisbeth Salander y la actriz que le dio vida: ambas, personaje y actriz están fusionadas totalmente, de tal manera que Salander resulta tan creíble física como psicológicamente.
El personaje de la chica inteligente, astuta, sufrida, anti-social, atrevida, observadora, vengativa, está tan bien construido y asumido por Noomi Rapace, que su sola presencia en la pantalla es ya una fuerza incontenible y de sostén de la historia, que atrapa al espectador inevitablemente.
Pero no se vayan a creer que la película gira sólo alrededor de esta chica. Para nada. El argumento es rico en personajes y está lleno de bellas imágenes que lo refuerzan.
La verdad que al terminar la película quedé impactado por varias horas. La prueba final para mí es que si ese impacto continúa hasta el día siguiente, entonces vale la pena escribir sobre ella, vale la pena recomendarla. Y sí, «Los hombres que no amaban a las mujeres» es una película que no deben perderse.