Vida de artista
Dos muchachos de Cali sueñan con pintar los muros de la ciudad con mensajes de libertad y resistencia.
Pocas veces llegan a las salas locales registros de historias cotidianas con protagonistas latinoamericanos. En Los hongos, el director Oscar Ruiz Navia sigue con su cámara a dos muchachos de Cali, que, en skate y bicicleta van en busca de los espacios donde pueden expresarse libremente. La película muestra sin narrar y mantiene la frescura del registro en el que hay momentos reveladores.
Cuando canta el gallo, Ras está despierto. Aún no ha dormido. Se lava la cara y va a la construcción. Lo alientan ideas e impulsos que comparte con Calvin, el chico del otro lado de la ciudad. Son grafiteros y creen en su arte como denuncia, herramienta y desahogo.
Sus mundos domésticos son escuetos. Ras vive con María, su madre, una inmigrante que va a la iglesia y teme que su hijo esté embrujado. Calvin cuida a su abuela enferma de cáncer. La Ñaña es quien lo protege con su afecto aunque el cuerpo esté débil. Los cuidados del nieto demuestran la ternura del chico que la acompaña y la ayuda a dormir, la asiste y le pinta los labios. Es la dimensión íntima del chico que sueña con la revolución o algo así.
Los chicos se desplazan por la ciudad sobre el fondo de paredes de ladrillo sin revoque. Van a encontrarse con los referentes de una actividad que disputa muros e ideas al establishment. El contexto es el de las elecciones municipales. Los paredones sirven de soporte a cantidad de afiches idénticos, con la foto del favorito. El padre de Calvin discute en el bar sobre los nuevos candidatos surgidos de la noche a la mañana. “Son los candidatos del fachismo, la autocracia, el narcotráfico. Nada de aventuras”.
La tribuna de los muchachos está con los grafiteros. Ras quiere que la frase sea: “Nunca más guardaremos silencio”, tomada de la revuelta egipcia. Las mujeres con la cara cubierta son también el signo de los tiempos que quieren cambiar. La cámara se mete en la fiesta con las chicas de la facultad, el amorío de Calvin y Dominique, nacido en la facultad de artes; hasta llegar al puente donde trabajan de noche mientras Calicalentura Radio transmite ‘la revuelta submarina’.
La película se detiene en la cultura popular de los jóvenes, un recorte que no incluye sicarios y narcos. El título alude a un concepto tan popular como errado, que dice que los hongos nacen en contextos de putrefacción.