Rebecca y Tylor son dos pequeños hermanos. Mientras su madre necesita hacer un viaje, ambos niños son enviados a visitar a sus abuelos, quienes están distanciados de su madre desde hace décadas. Los chicos aprovechan para filmar un documental sobre la estancia de sus abuelos. Pero a medida que avanza la semana de visita, los ancianos se empezarán a comportar de forma extraña, haciendo sospechar a los chicos.
Estamos ante una nueva película de M. Night Shyamalan, quien empezó siendo el hijo favorito de Hollywood y hoy hacen fila para asesinar sus películas. Pero queramos o no, lo amemos u odiemos, sus films siempre traen repercusión.
Esta vez tenemos una especie de relato de Hansel y Gretel moderno y realista, donde ambos hermanos deberán enfrentarse a unos ancianos en lugar de una bruja, y donde el factor sobrenatural fue borrado de la trama (algo que no es nuevo en el director).
La vuelta de tuerca al clásico relato de los Hermanos Grimm está bien pensada, pero por desgracia Shyamalan falla, y bastante, a la hora de darle un sentido a su historia, pese a que quiera mezclar el humor con el terror.
Por un lado la trama lagunea enormemente en su primera mitad, y salvo algún comportamiento errático de los abuelos del film, tendremos mucho tiempo muerto con los jóvenes Tylor y Rebecca hablando tonterías que no le interesan al espectador, y peor aún, lo sacaran de la película haciéndolo ver más de una vez el reloj para saber cuánto falta.
Pero el peor error que comete Shyamalan, es haber decidido filmar con el (personalmente odiado) estilo found footage. Es decir, como si fuera un video casero, o un falso documental, que de hecho, los chicos lo dicen al inicio de la película. Y con esto cae en el error recurrente de todos los que deciden realizar una película así, y es que por momentos, no sabemos quién está filmando lo que vemos, o peor aún, hay situaciones donde cualquier persona normal soltaría la cámara y saldría corriendo de ese lugar.
Lo que es más gracioso, o irónico, es que Shyamalan si se preocupa por iluminar bien y tener una fotografía cuidada a lo largo de los escasos noventa y cuatro minutos que dura la película, así que no se entiende bien por qué decidió utilizar un recurso que por lo general eligen los directores vagos para disimular sus faltas de ganas a la hora de “hacer ver linda” la película.
Los Huéspedes es un claro ejemplo de lo que viene padeciendo hace varios films el director hindú; es decir, una buena idea, pero mal llevada a cabo y dirigida sin algún estilo personal, más que la aparición de una familia desmembrada en la trama. Y pese a que cuando el film decide arrancar, sí se disfruta un poco, pero para esto ya es demasiado tarde porque ya vimos la mitad de la película.
Si son fans de Shyamalan, seguramente la van a pasar bien con Los Huéspedes. Si buscan ver algo para pasar el tiempo sin pensar demasiado, puede que la disfruten, pero ante tantas buenas opciones actualmente, Los Huéspedes deja una sensación a poco cuando salimos del cine.