Para que se ponga intensa, hay que esperar bastante
La madre de dos adolescentes ha vivivido enemistada con sus padres demasiado tiempo. La pelea fue tan grave que los abuelos no conocen a sus nietos, y cuando ellos se conectan con su hija por una red social y le piden que aunque sea deje que los chicos les hagan una visita, ella termina aceptando, especialmente cuando ve que durante ese largo tiempo su madre y su padre se han dedicado al trabajo voluntario y que aparentemente son amados por todo el mundo.
Como ésta es una película del director de "El sexto sentido", está claro que la visita a unos abuelitos encantadores va a dar un giro sorpresivo en alguna dirección tenebrosa. Y los que han visto películas de M. Night Shyamalan a esta altura saben que lo que más asusta es el tiempo que puede tomar la vuelta de tuerca mientras en la pantalla pasa poco o nada.
Y en este caso a este detalle habitual hay que agregarle un temor mucho mayor: toda la película es un documental de una chica de 15 años sobre la visita con su hermanito de 13 para conocer a sus abuelos maternos.
Si todo esto luce mal, por suerte el resultado, sin llegar a conformar del todo, no es tan terrible como parece. Por suerte el director no se toma del todo en serio el asunto del "found footage" al estilo Blair Witch, lo que le permite estirar los tiempos muertos con asuntos chistosos (siempre aparece alguien que mientras lo están apuntando con una cámara recuerda sus viejos tiempos de actor y recita algún drama clásico). Pero esto no impide la previsible larga espera hasta que la trama se ponga interesante. Y aquí la espera es larga, al punto de que hay que darle una media hora para que los chicos empiecen a notar detalles sospechosos sobre el comportamiento de sus abuelos, y una hora para que la cosa se ponga realmente intensa.
Hay que reconocer que Shyamalan no abusa del esperado estilo amateur propio de una directora quinceañera, lo que tiene que ver con las aspiraciones de la protagonista de convertirse en una cineasta seria y ganar un Oscar. Por otro lado, su hermanito rapper logra sacar algunas sonrisas, y lo cierto es que tanto los dos chicos como los actores que interpretan a sus abuelos actúan muy bien. De otra manera, el asunto seria insostenible. Sobre todo dado que, en realidad, aún después de revelarse el secreto típico del cine de Shyamalan, las cosas se ponen más fuertecitas, péro tampoco como para que nadie salga del cine convencido de que ha visto nada del otro mundo.