EL VASO MEDIO VACÍO
Hay quienes dicen que el alcohol es el perfecto “lubricante social”: con un par de copas encima, una aburrida reunión puede convertirse en la fiesta del siglo. Claro que una cosa es lo que ve el borracho y otra cosa es la realidad: al día siguiente, masticando la resaca, el post-ebrio siente que se divirtió como nunca, aunque sus sobrios compañeros de juerga (quizás algo envidiosos) afirmen que la noche anterior no fue gran cosa. Y el film LOS ILEGALES (LAWLESS) se asemeja, durante casi todo su metraje, a un borracho molesto, que se cree más de lo que es y se pasea por la pista (o la pantalla) ostentando esa falsa sensación de seguridad que le brinda su elenco y el rótulo de estar basada en una historia real. Uno de los personajes principales, Forrest Bondurant (Tom Hardy), también está embriagado de su propia leyenda: tras haber sobrevivido a guerras y epidemias se cree inmortal (además de que, como efecto secundario, se la pasa mascullando y balbuceando). Y es él, imponente y silencioso, quien lleva adelante el emprendimiento familiar: la fabricación y venta de licor, algo que en la época y el lugar en que se desarrolla la historia estaba prohibido por ley: la década del 30’, en Estados Unidos. Forrest es ayudado por sus dos hermanos, Howard (Jason Clarke) y el pequeño e inútil Jack (Shia LaBeouf). El negocio de estos tres campesinos barderos marcha bien, hasta que llega a su pueblo un funcionario de la ciudad que quiere su parte. Pero guarda, porque los Bondurant no cederán a la presión.
La historia de LOS ILEGALES arranca bien, especialmente con la llegada del despiadado “villano”, el afeminado y raro Charlie Rakes: el personaje es llamativo, pero por momentos la composición de Guy Pearce bordea la caricatura y se siente como si el actor no estuviera del todo cómodo en su papel o no lograra encontrar el tono adecuado. Luego, el argumento decae un poco, junto a la desaparición de Rakes y en coincidencia con las aburridas historias de Jack intentando impresionar a sus hermanos o de Jack tratándose de levantar a la insulsa Bertha (Mia Wasikowska) o cualquiera en la que aparezca Jack. Probablemente sea Hardy el actor más sólido del elenco (Forrest también es de los más interesantes), pero lo cierto es que el resto no tiene demasiadas oportunidades de brillar a causa del guión: la bella Jessica Chastain hace lo que puede con un personaje pobremente escrito (ok, al menos se pone en gomas) y la participación del grandioso Gary Oldman como el gángster Floyd Banner apenas pasa de un cameo. Por otra parte, es interesante notar lo poco que ha crecido Shia LaBeouf como intérprete: desde los inicios de su carrera no ha hecho más que hacer del “nabo buenito”, rol del que no parece demasiado preocupado por alejarse. ¿Y el personaje de Jason Clarke? “¿Quién?”, se preguntarán ustedes. Exacto. El otro de los Bondurant está tan desdibujado que a veces parece que son dos hermanos nada más.
El desenlace es violento y llega sin demasiadas complicaciones: sin embargo, el final podría haber sido algo más oscuro y menos edulcorado. Pero bueno, es hora de apurar el trago: en síntesis, LOS ILEGALES es una película visualmente atractiva (algo logrado gracias a un muy buen trabajo de ambientación y fotografía) pero posee un guión demasiado básico, tibio, olvidable, que no fluye correctamente y que presenta unos cuantos lugares comunes, especialmente las penosas subtramas románticas. Algunos verán el vaso medio lleno, otros lo verán medio vacío. Una cosa es segura: no sufriremos la resaca.