Tibio, tibio...
Las películas ambientadas en la época de la denominada Gran Depresión siempre tienen una atmósfera interesante y esa atmósfera suele ser inspiradora visualmente por lo que suelen tener (la mayoría) una buena fotografía y un buen diseño de arte, si a eso le sumamos una historia de gángsters la cosa se va poniendo aún mejor y si a eso le sumamos un director con un éxito abajo del brazo como en este caso John Hillcoat (director de La Carretera) y un reparto integrado por Tom Hardy (Batman: El Caballero de la Noche Asciende), Shia LaBeouf (Transformers, Wall Street: El Dinero Nunca Duerme), Jessica Chastain (El Árbol de la Vida) y Mia Wasikowska (Alicia en el País de las Maravillas) acompañados de Gary Oldman y Guy Pearce parece que nada podría fallar, sin embargo, como en muchos otros ámbitos, en el cine rige una ley de hierro que indica que "los pingos se ven en la cancha".
Los Ilegales pese a tener todos los condimentos necesarios para ser una muy buena película se queda en el camino, falla. Así como una gran película lo es por la suma de sus partes y la relación firme que existe entre sus diferentes aspectos técnicos (guión, dirección, fotografía, sonido, arte, montaje) de igual manera funciona a la inversa como en este caso, así que las razones por las cuales este es un film fácilmente olvidable tienen que ver con una suma de malas decisiones.
El problema central que tiene Los Ilegales radica en que la estructura con la que el film es narrado no termina de definirse así como tampoco su focalización, por momentos vemos los hechos de la familia Boundurant objetivamente y a veces los vemos a través de la mirada de Jack Bondurant (Shia LaBeouf), este cambio es muy común en cine, sólo que normalmente son funcionales a una estructura que permite el cambio y lo hace orgánico, en este caso, la película parece interesarse en mostrarnos destellos de ciertos sucesos salteados de un personaje y de otro, aplicando elipsis sin ningún tipo de criterio y eso sumado a una puesta de cámara demasiado "correcta" hacen que el espectador nunca sienta afinidad, ni por su protagonista Jack Bondurant y su amorío, ni por su hermano mayor Forrest y su respectiva relación amorosa, ni por nadie en el film. Así mientras va pasando el tiempo del metraje nos encontramos con situaciones que sabemos que deberían afectarnos pero no lo hacen y esto sucede porque accedemos a esas situaciones de manera "craneal" pero no sentimental, como buenos espectadores sabemos como reaccionar ante ciertos hechos, lo sabemos por experiencia, pero cuando no se realiza un buen trabajo para generar en el espectador una proyección hacia los personajes (el cine es un juego de dobles proyecciones), la emoción se ausenta.
Los Ilegales no podría considerarse una mala película y si lo fuera, ese sería el menor de sus problemas, el verdadero inconveniente en el film es que "entrar" o no en él es totalmente azaroso y tendrá más que ver con cuestiones personales del espectador y su ánimo que con el film en sí y eso no es positivo, un director además de dirigir a los actores y a las cabezas de equipo debe dirigir al público hacia donde él desee. Todo espectador sabe que cada plano y cada situación son pensados y repensados muchísimas veces buscando siempre algún tipo de intensión, en este film parece que deliberadamente no se busca atraer al espectador, el relato por momentos parece un diario de viaje del cual arbitrariamente se seleccionaron páginas y eso termina siendo algo realmente contradictorio dentro de la estructura misma que intenta plantear la película ya que tampoco pretende mostrarnos "objetivamente" una porción de la historia de Estados Unidos.
Las actuaciones, al igual que todo lo demás, son "correctas" y hacen que el visionado resulte ligero a pesar de haber sido tanto personajes y actores, abandonados por el relato a su propia suerte. La actuación de Guy Pearce como el excéntrico Charlie Rakes es la más desenfrenada y arriesgada de todas pero lamentablemente dentro del contexto queda totalmente fuera de registro ya que al no mostrar una progresión dramática en su desenvolvimiento se vuelve totalmente inverosímil.
En definitiva, todo lo antes planteado resulta en una película tibia que se queda a la mitad entre el drama histórico y el film de gángsters y que no se esfuerza por hacer que el espectador se sienta involucrado sentimentalmente en ningún momento.