El amor de una pareja puede tomar diversos caminos. Están los que hacen que esa relación se mantenga duradera a través de los años y los otros, esos que por diversos motivos tropiezan con los celos, con las dificultades familiares y con el inexorable paso del tiempo. Precisamente en este último escalón se hallan Rosie y Alex, quienes desde su infancia han confiado el uno en el otro y se han confiado sus secretos. En su época escolar, planean ir juntos a la universidad -ella para estudiar el arte culinario; él, para medicina, pero ya mayores todo ese abanico de ilusiones se desmorona cuando Rosie, en una noche de locura y desenfreno, mantiene una ocasional relación sexual con uno de los jóvenes más populares de la secundaria. No pasará mucho tiempo, queda embarazada, y sus intenciones y las de Alex cambiarán radicalmente desde ese momento.
Sobre esta base, y adaptado de un best seller de Cecilia Ahern, el director Christian Ditter elaboró esta trama romántica en la que se aúnan ciertas pinceladas de humor con el desgarro que sufren los protagonistas hasta llegar a un final inesperado.
Rosie (un muy buen trabajo de Lily Collins) no tardará en convertirse desde el principio de la trama en el eje en torno al cual se moverán tanto Alex como quienes la rodean, y así vivirá momentos de espera, de tensiones y de retazos de felicidad junto con su hija, que va creciendo al compás de su interna e inclaudicable necesidad de que Alex vuelva a su lado. El realizador supo armar esta especie de Puzzle con enorme calidad y ternura, y si bien el film no escapa a los remanidos moldes de esas comedias que brinda constantemente la cinematografía norteamericana, hay aquí una necesidad de recorrer con mayor emoción el derrotero de sus protagonistas. Sam Clafin supo también hallar la medida justa que pedía ese Alex que transita los diversos senderos de la tentación sexual, en tanto que el resto del elenco, la música y la fotografía acompañaron con sobriedad todos estos imprevistos del amor.