Vamos a matar, compañeros!
Evidentemente fue necesario el éxito de la primera entrega de Los Indestructibles para que algunos recios actores del pasado le dieran el sí a Sylvester Stallone: la participación de Jean-Claude Van Damme (que vuelve a encarnar a un villano como en sus comienzos en la industria) y de Chuck Norris, más la ampliación de los roles asignados a Arnold Schwarzenegger y Bruce Willis, elevan la apuesta en esta secuela que no sólo supera con creces a la aventura previa sino que además se convierte en una fiesta para los amantes del género. Son varios los factores involucrados para que esto ocurra: la contratación de un director más prolijo y competente que Stallone como Simon West y el talento de Richard Wenk (creador como autor/director del film de culto de los ochenta, El Club del Terror) que reescribió el guión original de Ken Kaufman y David Agosto aportándole muchas humoradas y one liners que no tienen desperdicio para el lucimiento de sus estrellas.
En el fondo The Expendables y The Expendables 2 se parecen bastante: tras una secuencia trepidante en la que son presentados los mercenarios liderados por Barney Ross (Stallone) sobreviene la misión encargada por Mr. Church (Willis), un elusivo agente de la CIA. El trabajito termina mal en ambas historias y este hecho detona un plan de rescate (y exterminio) en el filme del 2010 y una venganza salvaje en el que nos ocupa. Sin que le sobre elaboración a su trama ni a sus básicos personajes, esta rentrée en el cine de acción clásico demuestra una consistencia de la que carecía su inmediata predecesora. Hay aquí una solidez artesanal y un profesionalismo en todos los rubros técnicos que fueron ajustados para darle al público lo que busca con el excitante aditamento de ver una vez más en su salsa a los mayores íconos que ha tenido el género en toda su historia. Y todo esto en justos, milimétricos 102 minutos de metraje.
Una obra de estas características requiere de una mano experta para que la suma de las partes conforme un todo armonioso y equilibrado. Pensemos que estamos hablando de gente con un ego importante a la que hay que saber conformar. Por eso debe celebrarse la alquimia puesta en el guión de Wenk y el mismo Stallone ya que han logrado darle a cada actor su espacio sin que parezca una competencia de veteranos por ver quién la tiene más grande (¡el arma, malpensados!). Por ejemplo, Chuck Norris se roba la función pero paradójicamente sólo está en dos grandes secuencias. Claro que la primera de ellas es de antología, haciéndole los honores al predicamento que ha obtenido la estrella de Código de Silencio en años recientes gracias a los Norris’ Facts. Sí, las máximas exageradísimas (¡y muy divertidas!) que le han dedicado al ex campeón mundial de karate también tienen su lugar en Los Indestructibles 2. En este terreno la película es similar a Los Vengadores y para el caso los papeles de Hulk y Booker (Norris) cumplen una función casi idéntica: se llevan el aplauso del público por su humor impagable y sacan las papas del fuego cuando el grupo está al borde del abismo.
No esperen grandes novedades en términos estilísticos porque no los van a encontrar. Los Indestructibles 2 corrige los errores del film previo, no disminuye (como se rumoreaba) el altísimo nivel de violencia y le adosa un presupuesto más importante y algunas figuras que se echaron antes en falta (se extraña a Steven Seagal que según cuentan las malas lenguas no se lleva bien con el productor Avi Lerner) le ponen ahora el hombro al proyecto. Y no son cualquiera, señores. Tener en el mismo encuadre a Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone a los tiros contra Van Damme, Scott Atkins (gran artista marcial visto en la espectacular Ninja) y Cía. es un lujo que nunca creímos posible. Jason Statham aporta su sello, no por nada es la estrella del género en la actualidad, y el chisporroteo verbal que se da entre su Lee Christmas y el Barney de Stallone es posiblemente la cereza de un postre ya de por sí sabroso.
La enorme e impactante secuencia del comienzo quizás no haya sido equiparada con el resto de la aventura pero este detalle es compensado con creces con un final donde están todos los monstruos sagrados peleando codo a codo al grito de "Vamos a matar, compañeros!". Y la platea festeja alborozada como si estuviéramos en el cine Ocean o el Atlas Lavalle en 1985...