Acción ochentosa e imparable
"Vos regresaste muchas veces" le dice Bruce Willis a Arnold Schwarzenegger en esta secuela que ahora dirige Simon West y reúne a un elenco multiestelar. Difícilmente se vuelvan a juntar.
Los indestructibles 2 echa mano a todos los recursos del género de acción para sorprender y mantener al espectador pegado a la butaca. Y lo consigue gracias a una catarata de acción imparable que tampoco deja de lado los toques humorísticos y las referencias a Rambo y Terminator.
Concebida como un producto del género, como los que se hacían en las décadas del setenta y ochenta, el film se ve realista gracias a su arsenal pirotécnico (no digital, a excepción de los litros de sangre que saltan por doquier) y a su potente elenco, en el que faltaría sólo Steven Seagal. Pero él apareció en Machete, de Robert Rodríguez.
Barney (Sylvester Stallone) recibe una nueva misión del misterioso Mr. Church (Willis) para encontrar una caja que tiene la ubicación de toneladas de plutonio que podrían cambiar el equilibrio de poder en el mundo. Pero algo sale mal y la venganza será el motor para que el grupo formado por Lee Christmas (Jason Statham), Gunnar (el gigantesco Dolph Lundgren), Toll (Randy Couture), Maggie (Yu Nan) y Hale (Terry Crews), persigan sin descando al villano de la historia encarnado por el astro belga de las artes marciales, Jean-Claude Van Damme.
Los indestructibles 2 no descubre la pólvora pero sí logra trasladar al espectador al juego que propone la trama, con las apariciones de Chuck Norris (una suerte de salvador cuando las papas queman) y, con menor desempeño, Jet Li.
Todo está listo para la acción y para los chistes que los personajes (o, mejor dicho, los actores) se lanzan entre ellos ("Somos piezas de museo") y que hacen referencia al paso de los años. El resto es puro entretenimiento y cada uno, sobre todo Stallone y Statham, tienen su lucimiento por separado. Rodada en escenarios naturales de Bulgaria, Rusia y Francia, la película cuenta con un cameo del tenista Novak Djokovic.
La película sigue los clichés del género al pie de la letra (destrozos varios, armas de todo tipo, pueblos oprimidos liberados por los héroes en cuestión y villanos de temer) y deja en claro que las arrugas no quitan las viejas mañas.