Duros de matar.
En una escena cerca del final de Los indestructibles 2 (The Expendables 2, 2012), los personajes interpretados por Sylvester Stallone, Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger observan una avioneta que se ve antigua, pero resistente. “Esa cosa es para un museo”, dice Sly; a lo que Arnold le responde en broma “Todos nosotros lo somos”. En esos segundos, se puede resumir el espíritu de este verdadero tributo al cine de súper acción, que a base de sinceridad, humor y altas dosis de adrenalina supera fácilmente a su antecesor.
No es que el primer film fuera horrendo, pero el problema que tenía era que, si bien su intención estaba en el lugar correcto, la ejecución dejaba algo que desear. La historia se tomaba bastante en serio y no daba espacio para una verdadera reunión de los grandes de la testosterona; mientras que Stallone recurría bastante y de mala forma a técnicas modernas, como la cámara en mano, la sangre digital y demases efectos especiales, lo que le sacaba disfrute a la película.
Ahora, la secuela vino con cambios, iniciando con la aparición en la silla de director de Simon West, quien se destacó en Con Air - Riesgo en el aire, así como también decepcionó en Tomb Raider y la remake de Cuando un extraño llama. Afortunadamente, en esta oportunidad West logró mejorar el trabajo, y entregó un film que no carece de escenas espectaculares. Con un mejor ojo para las peleas, los tiroteos y la destrucción, esta entrega trae más y mejor acción, al mismo tiempo que logra que las leyendas del género se junten para reflejarse (con muchas carcajadas) sobre las grandes producciones que los volvieron famosos.
Tras ser presionado por el señor Church (Willis), Barney Ross (Stallone) acepta liderar a su banda de mercenarios en una nueva misión para compensar la destrucción de los eventos del primer film. Pero lo que parece un trabajo sencillo resulta en tragedia con la aparición del asesino Jean Vilain (Jean Claude Van Damme), que mata brutalmente a uno de los miembros del equipo y roba un mapa con la ubicación de cinco toneladas de plutonio. Ahora, con solo días antes de que se venda el material radiactivo, los indestructibles se ponen en marcha para acabar con el grupo de Vilain, obtener venganza por el compañero caido, y frenar el posible armagedón nuclear.
Si, la trama es la misma de una infinidad de films bombásticos. Si, los personajes son tremendamente unidimensionales y estereotipados (el joven soldado que tiene los días contados tras mencionar el retiro; el antagonista -literalmente llamado Vilain- que busca beneficiarse con el fin del mundo; la villa de indefensos mineros que requieren la ayuda de las grandes potencias). Si, el argumento es una mera excusa para escenas de golpes, balazos y explosiones. Pero hay una diferencia con respecto a esta película por sobre la anterior: esta vez, todo el equipo sabe esto, por lo que la destrozan al seguir completamente la corriente. Ellos son conscientes de que pasó el tiempo, pero eligen volver al ruedo aceptando los cambios que ocurrieron en las últimas décadas: Schwarzenegger reconoce su problema para volver al cine tras ser gobernador de California, Chuck Norris se ríe de su estatus como fenómeno de Internet, y, por supuesto, se siente el peso de la edad en nuestros protagonistas: no con fátiga o frialdad, sino con muchas risas y esa sabiduría que solo existió en la década de los ‘80.
En esta ocasión, los miembros del elenco dan todo lo posible de si mismos y crean una auténtica camaradería nostálgica, además de que aún se mantienen en bastante buena forma. Stallone, Jason Statham, Dolph Lundgren, Terry Crews y Randy Couture tienen momentos para brillar y mostrar la química que tienen como equipo. Por otro lado, Van Damme es estupendo como el antagonista, disfrutando cada segundo de interpretar su diabólico personaje (no se preocupen fans, Jean Claude hace su famosa patada helicóptero). Mientras, Liam Hemsworth y Yu Nan hacen un buen trabajo metiendo drama como los nuevos integrantes de la brigada, la segunda ocupando el lugar de Jet Li, que lamentablemente aparece poco en el film (aunque logra lucirse en una impresionante pelea... usando una cacerola). Finalmente, Schwarzenegger, Willis y Norris otorgan las mayores risas y los mejores momentos de acción en sus roles secundarios, que serán la delicia de sus grandes fanáticos.
Excepto por pequeños defectos (como el contraataque de los malos efectos por computadora, o algunos momentos que no llevan a ningún lado), Los indestructibles 2 es un gran homenaje a una bestia en peligro en extinción: el cine repleto (literalmente) de sudor y sangre, el que dió clásicos como Commando y Cobra. Explosiva, ferozmente violenta, totalmente graciosa y deliciosamente autorreferencial, es ideal para los apasionados que quieran volver a ver a las estrellas de ayer y hoy liquidando gente por centenas. Tras tantas promesas, volvieron, y con todo.