Track`Em, find`Em, kill`Em
Si jugamos a aquello de utilizar una sola palabra para hacer un juicio de valor de tal o cual cosa, diría que la palabra justa para definir Los indestructibles 2 es exageración, divertida, descocada, explosiva exageración.
Una película construida para que sus protagonistas sólo puedan resolver sus conflictos a fuerza de balazos, y que además reúne a los hombres que se han convertido en los héroes de acción más emblemáticos de las últimas décadas cinematográficas, pareciera que no puede fallar, y no lo hace. Lejos de quedarse con el chiste y el conflicto de la primera entrega, que trataba de la propia vejez e imposibilidad de los protagonistas en seguir trabajando de algo que requiere de la potencia y resistencia física que ellos están perdiendo, esta segunda parte pone al querido grupo de veteranos mercenarios en un escenario que les queda mucho más cómodo, que hace fluir y combinar mejor el humor, la acción vertiginosa, y hasta el absurdo que componen la historia: la venganza.
Aquí ya no hay especulación, planteamiento moral, imposibilidad física o stress mental que los detenga. Simon West comienza la hecatombe dándoles a los duros personajes la más peligrosa libertad que puede tener un hombre con un arma de fuego gigante, les permite que se dejen llevar por sus emociones.
West compone un film de estructura simple, un molde conformado básicamente por tres grandes secuencias de acción y sus correspondientes previas. En una secuencia nos pone en situación, en la segunda todo sale mal y en la tercera todo va a salir bien siempre y cuando mueran todos los malos.
Por supuesto, los antagonistas no tienen verdadera entidad, hay un jefe malísimo (Jean Claude Van Damme) y su mano derecha (Scott Adkins), y un ejército de secuaces ignotos que son la comida de las balas de Barney Ross (Stallone), Lee Chrismas (Jason Statham), y demás aliados. Sólo sabemos entonces que son malos, que quieren una cantidad exageradísima y poco probable de plutonio para dominar al mundo. El director, se da cuenta que no conviene profundizar en ellos para que el film no tambalee en cuestiones que no puede resolver sin ser verdaderamente reaccionario. Entonces aquí no mueren ni dictadores, ni comunistas, ni coreanos, etcétera, sólo unos desalmados hijos de puta, que quieren hacer de este feo mundo un lugar peor.
Por otro lado, el punto fuerte de este film al igual que el anterior es el sentido del humor. En Los indestructibles 2 el humor se apodera de timón y atraviesa las secuencias de acción que están entre buenas y excelentes. La película hace reír con sus diálogos, con los cuerpos en movimiento, con las referencias y la autoconciencia explicita que llega al absurdo. Merodea por allí el espíritu de reunión de 25 años de graduación, cuando las personas se juntan a recordar con melancolía los viejos tiempos de escuela. Cuando vemos tres o cuatro planos de Stallone, Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger disparando al unísono y haciéndose bromas entre sí, en medio de una matanza salvaje parecieran decir, “te acordás cuando hace veinte años cada uno de nosotros hacíamos una “movie” de estas, ¡cómo pasa el tiempo!”. Coincidimos con Mex Faliero y Gabriel Piquet, que el mejor y más memorable chiste del film es la aparición inexplicable de Chuck Norris, no voy a detallar nada para no arruinar el momento para el espectador pero digamos que salvando las distancias y detalles, es comparable a la aparición de Hulk en Los vengadores.
Dos palabras insuficientes pero rigurosas para la descripción de Los Indestructibles 2: exageración y diversión. Y la verdad es que a veces el mejor plan es contemplar un bien montado asesinato en masa.