Para aquellos que rondan la edad de 20 años o un poco más, sabrán reconocer los nombres de este cast en cuanto anunciaron que se vendría la primer parte: Stallone, Statham, Li, Lundgren, Crews, Couture, y los cameos de Willis y Schwarzenneger. Y aunque tuvo unas críticas bastante tibias (unas muy malas) en cuanto a la calidad de la película, lo cierto es que recaudó el dinero suficiente para autorizar una secuela (y hasta una trilogía). Pero lo más importante en cuanto al dinero no fue una segunda o tercera parte, sino el nuevo cast reclutado: el casi desconocido Liam Hemsworth (quien lo hace bastante bien), y las verdaderas estrellas de esta cinta: Van Damme y Chuck Norris (hasta escalofríos dan cuando escribo su nombre).
Y es que con este tipo de películas, al igual que en aquellos años en los que estábamos a costumbrados a sus títulos: Invasión a los E.U., Contacto Sangriento, Rocky, Terminator, Romeo debe morir, Rambo, Duro de matar, y hasta El Especialista, uno sabía a qué se atenía: explosiones por todos lados, peleas marciales iverosímiles donde el héroe de acción era capaz de las maniobras más peligrosas y salir de ellas con un pequeño rasguño. Los indestructibles no difiere de esta premisa: son un grupo de mercenarios dirigidos por Barney Ross (Stallone) que son contratados por un Church (Willis) para cumplir una misión que sólo hombres como ellos pueden cumplir, pero en el camino se topan con alguna desafortunada eventualidad, y deja de ser sólo un trabajo de dinero; se convierte en un trabajo de venganza.
Y seamos sinceros. Para alguien que creció con ese tipo de películas no es sencillo ser objetivo con esta película. He ahí el título de esta reseña. ¿Cómo criticar a quienes fueron héroes de películas que se venían a raudales y que, aunque ya supiera en qué iba a terminar, no dejaba de causar esa adrenalina y esa emoción de ser un hombre de acción?. Serán figuras de museo, pero siguen sabiendo lo que hacen.
De una manera objetiva, les puedo decir que la película entretiene. Aunque el guión es predecible, y nada novedoso, lo cierto es que cumple con lo que se espera de ella, ser palomera y hacer pasar una hora y media de buen espectáculo. Lejos de las explosiones sin sentido, y de la crudeza visual de algunas escenas, se convierte en un lucimiento por parte de cada uno de los actores (mención especial para Statham quien se lleva varias de las mejores escenas de pelea, principalmente una dentro de una iglesia). No hay más que esperar que balazos, peleas a mano limpia y todo aquello a lo que estamos acostumbrados. Eso sí, se mantiene en un ritmo mucho más intenso que su predecesora y en ese sentido, uno agradece que hay más acción (para eso pagamos!)
Lo bueno es que Willis y Schwarzenneger dejan de ser cameos y pasan a la acción. Hemsworth cumple con un buen papel y el guión es ligeramente más sólido, pero también se tambalea. Lo malo: extrañamos a Mickey Rourke, y Couture y Crews quedan muy rezagados y opacados con todos los que comparten créditos y Stallone es quien se lleva la gloria (si es el productor, no podía ser de otra manera). El papel femenino, aunque también incluye un poco de acción, se queda muy corto (y aquí en lo personal, preguntaría algo: si estamos con tantos referentes de acción, ¿no hubiera sido mejor Lucy Liu?)
Sin embargo, subjetivamente, es un derroche puro de testosterona que hace disfrutar con más de una auto parodia a ellos mismos. Si son fans de las películas arriba mencionadas, reconocerán todas esas referencias y soltarán más de una carcajada. Y lo cierto es que la presencia de Van Damme como el villano le da un plus extra, y Chuck Norris... bueno, es Chuck Norris! Se merece una calificación aparte. Esa escena donde aparece es simplemente MEMORABLE. Y sus diálogos, sencillos pero acordes a la época actual. Cuando asistí a verla en la sala de cine, todos en la sala gritaron de emoción al verlo aparecer y más de uno soltó un aplauso. Para aquellos que lo idolatramos, es todo un espectáculo verlo, y para las nuevas generaciones... solo me queda decirles: disfrútenlo