Una sorpresa que ya no es tal
A esta altura, con la tercera entrega de la saga ideada por Stallone, no alcanza con armar un casting (impresionante, por cierto) de viejos y nuevos valores del cine de superacción.
Los indestructibles 3 comienza con el rescate de Doc (Wesley Snipes), uno de los viejos integrantes del team de mercenarios liderado por Barney (Sylvester Stallone), que esta vez –y a diferencia de las dos películas anteriores de la saga– no tendrá que luchar contra el dictador de una república bananera o algún remanente de la Guerra Fría, sino que deberá enfrentarse a un ex camarada: Conrad Stonebanks (Mel Gibson), uno de los fundadores del emprendimiento de los soldados de la fortuna que abandonó las causas nobles y ahora se dedica al tráfico de armas a escala global.
Pero el primer round del enfrentamiento sale mal, Barney hace una evaluación rápida y llega a la conclusión de que el negocio cambió y que hay que incorporar sangre nueva a la ecuación, así que parte en plan de reclutamiento por el mundo buscando nuevos talentos, aunque por ahí se cuela Antonio Banderas, no precisamente un mozalbete. El nuevo grupo desplaza a los veteranos pero claro, Stonebanks es un zorro viejo que se las arregla para seguir dando pelea y de paso demostrar que sólo con jóvenes no se gana la pelea y los dinosaurios todavía son útiles.
Con el estreno de Los indestructibles, hace apenas cuatro años, se concretó la anunciada reunión de Sylvester Stallone, Jason Statham, Mickey Rourke, Jet Li y Dolph Lundgren, un interesante rejunte de héroes del cine de superacción, algunos en franca decadencia y otros directamente caídos del mapa cinematográfico. Una mezcla deliciosa que daba como resultado un irresistible anzuelo para ver sin culpa a la testosterona (aunque fuera un poco rancia), los chistes sobre el paso del tiempo, cuántos villanos podían despedazar en pantalla, e incluso por ahí había una dosis inconfesable de voyeurismo canalla de ver la decadencia de los viejos ídolos.
El éxito de la película dirigida por el propio Stallone dio lugar a la saga y en 2012 llegó el segundo film, que incorporaba a Chuck Norris, Jean-Claude Van Damme, Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger y ahí sí, el chiste adquiría proporciones gigantescas bajo las órdenes de Simon West, un correcto artesano de Hollywood, responsable de títulos como Lara Croft: Tomb Raider o Con Air.
Lo cierto es que en Los indestructibles 3 la sorpresa ya no funciona como en las dos películas anteriores, los veteranos que se incorporaron apenas hacen lo suyo con oficio (aunque como siempre, Mel Gibson pasado de rosca siempre tiene un atractivo adicional) y los nuevos valores aportan poco y nada, apenas un par de músculos más lozanos.