Una de acción a lo bestia
Que quede claro, establecido de un solo golpe seco: la mejor de la serie de películas de Los indestructibles es, hasta ahora y por lejos, la segunda. Tenía el mejor villano: el Vilain de Jean-Claude Van Damme, buena variedad de escenarios y colores, rítmica combinación de escenas calmas y de acción y -lo más difícil de lograr- la integración del cast multiestelar sin que se notara forzado el circo. Y mucho sentido del humor y un nivel de disparate para la acción que lograban encauzarse y combinarse sin derrapar.
El director de esa segunda entrega fue el inglés Simon West, especialista en delirios con explosiones (Con Air, por ejemplo). En esta tercera entrega a Stallone -que es el jefe de todo esto, evidentemente-, se le ocurrió cambiar de director: ahora es el australiano Patrick Hughes. Con nuevo director -y aún más figurones- Los indestructibles 3 va en modo bestia. Empieza en movimiento y a los pocos minutos rescatan a Wesley Snipes de una cárcel (en claro chiste sobre la vida y la carrera real del actor, que estuvo preso), con una secuencia que exhibe el conocimiento de grandes secuencias de acción -quizás esté por ahí la referencia a Escape en tren de Andrei Konchalovsky- y que además termina con la aparición de otro de los nuevos figurones: Mel Gibson, desquiciado como villano malísimo. Bien.
Después a Stallone -o al guion de Stallone y otros- se le da por ponerse sentimental y quiere dejar de lado a los clásicos indestructibles (consejo: si tenés a Jason Statham, hay que usarlo todo lo que se pueda) y va en la busca de nuevos valores: algunos jovencitos musculosos y adaptados a las nuevas tecnologías, una chica que pega fuerte y, lamentablemente, Antonio Banderas, que no es tan bueno como Mel Gibson para sobreactuar y se lanza a un festival "latino ridículo".
Stallone se va de viaje con los nuevos y hay otra buena secuencia de acción en un museo. Y sigue otra que se nutre de un Gibson desafiante. Y después llega el momento de necesitar a los viejos indestructibles. Y está claro que habrá lugar y acción para todos. Pero el gran final, cuando había que lucirse, no llega. Es decir, sí llega: con una secuencia de "rompan todo" demasiado larga, con demasiados actores a los que hay que hacerles un lugar (un poco como le pasaba a George Clooney en Operación monumento), sin sensación de peligro y con una acción que se apila, pero no crece.
Los indestructibles 3 se monta sobre sus leyendas, sobre sus nombres, sobre su espíritu cascado-festivo y le alcanza durante parte del trayecto. Que la energía se agote sobre el final no arruina por completo toda la fiesta, pero esta gente curtida ya debería saber que en el cine de acción lo mega gigante -esa secuencia final, esa ambición por la suma de nombres antes que por sumar personajes- suele ser enemigo de lo grande.