Glorias (no tan) pasadas.
Los Indestructibles 3 (de la misma manera que sus dos películas predecesoras) no viene a hacerse cargo de los problemas actuales de Hollywood en el cine de acción, más bien refuerza la idea de que las nuevas tecnologías -al menos en este género- no pueden suplantar los valores humanos, aquellos por los que esta saga se ha convertido en un éxito. Es cierto que en la entrega anterior Stallone forzaba de más los procedimientos nostálgicos, al punto de desgastar el concepto de recuperación de glorias pasadas, porque el desfile de nombres ya no sólo no sorprendía sino que transformaba esa frescura inicial de autoconciencia en pequeños segmentos sin cohesión narrativa; lo cual no es precisamente uno de los requerimientos fundamentales para esta clase de productos.
El engranaje luce más aceitado en esta tercera parte: las incorporaciones de Ford, Gibson y Grammer suman más por calidad actoral que por simple presencia física (lo que sucedía en la segunda parte) y las escenas de acción sortean con gracia la limitación del PG-13, que le quita toda la carga hiperbólica de las muertes ultra sangrientas (rasgo de los ejemplares más trash de la acción ochentosa). La presencia de Ford -con su cara ajeada y cuello colgante- enaltece el papel que Bruce Willis hizo en las partes anteriores porque extrae de los diálogos bidimensionales un tono perfecto para su voz y su sonrisa estirada hacia un costado. En el caso de Mel Gibson, su villano Conrad Stonebanks es una suerte de Martin Riggs (el personaje de la clásica Arma Mortal) pero diabólicamente seductor bajo una sobredosis de histrionismo aunque sin perder la ferocidad exigida por su rol de traficante de armas, en esa ambigüedad está su fortaleza. Kelsey Grammer (quien muestra gran química con Stallone) es la rueda de auxilio a la que acude Barney Ross en busca de reclutas con sangre joven para conformar un nuevo grupo de Indestructibles, luego de despachar a sus viejos amigos tras la misión casi trágica del inicio.
Es en la grandilocuente secuencia final que Stallone y cada una de las viejas glorias pone todo de sí en situaciones que involucran desactivar bombas, asaltar tanques, tirarse de las alturas más temibles, combatir cuerpo a cuerpo con más de un hombre a la vez y atravesar capas de diferentes superficies para salir simplemente con algunos rasguños; todo lo que se espera de este séquito que no necesita innovar vacuamente ni apelar a artilugios digitales de estos tiempos para entretener. De algún modo esta última idea llevaría a pensar que poco hay de hollywoodense en Los Indestructibles 3, más que la presencia de otrora estrellas de la industria, porque la acción de los Stallone, los Schwarzenegger, los Gibson y otros de menor renombre deambula actualmente por las esferas marginales. Basta con ver cómo sus últimas producciones fueron esquivadas por los estudios: de más está decir que Bullet to the Head (no estrenada en Argentina), Escape Imposible y Get the Gringo se ubican entre las mejores películas de género de los últimos años.