Los héroes de acción clásicos nunca fueron lo mío. Obvio, el más mentado fue Arnold Schwarzenegger con sus icónicas Terminator, pero del resto no puedo decir que alguna vez haya encontrado momento para ver una película suya al completo. Stallone, Norris, Lundgren, Li, realmente no se me viene a la mente una adolescencia donde haya completado de la primera escena a la última un clásico de acción de sábados por la tarde en Canal 13. Con decir que para el momento de la función de prensa de The Expendables 3 no había visto ninguna de las anteriores... por lo que hubo que imponer una maratón acelerada de las otras dos. La primera testeó las aguas con un grupo reducido de mercenarios descartables y un par de cameos sabrosos, pero con gusto a poco y un resultado amable. Ya para la segunda entrega el elenco se dobló y el efecto autoparódico y la acción ganaron terreno en una secuela que finalmente encontró el tono que debió seguir desde un principio.
Ya con el comienzo de esta tercera -¿y ¿última?- aventura, los tiros -ejem- van muy bien encaminados, en un asalto a un tren en movimiento que introduce acción de alto octanaje y la carta de presentación del nuevo directo a bordo, Patrick Hughes. Con la inclusión de un nuevo Indestructible veterano -atentos a la excelente causa de su encierro-, el hilo argumental presenta al villano de armas tomar: si en la primera era un ignoto general muy parecido a Fidel Castro y un corrupto agente americano, y la segunda ya tenía al eximio Vilain en la piel de Van Damme, en esta ocasión la venganza es el motor primordial con la aparición del feroz Conrad Stonebanks de Mel Gibson, muy a gusto con papeles de villano -también interpretó a uno en la secuela Machete Kills-.
Por miedo a perder a sus amigos de toda la vida enfrentando a este antiguo enemigo, el líder de la banda elige hacer a un lado a su equipo original y contratar a sangre fresca, porque si hay algo que sobran son las luminarias jóvenes dispuestas a morir por una causa que les es ajena. Entre las caras conocidas, quizás los que tomen la posta para una nueva trilogía, están Kellan Lutz, la explosiva Ronda Rousey y el hilarante Galgo de Antonio Banderas, uno de los puntos álgidos del film. Y así el rocoso Sylvester Stallone sale a terminar lo que empezó hace muchos años, con varias vueltas de tuerca previsibles pero no por ello menos disfrutables, nuevas caras -Kelsey Grammer como un recluta de jóvenes prodigio y Harrison Ford supliendo a un cameo en las previas entradas- y mucha pero mucha más acción, como si las entregas uno y dos combinasen su potencia armamentística. Llega cierto momento, sin embargo, donde tanto cascoteo de un ejército completo frente a un puñado de expertos mercenarios genera una desensibilización impresionante y los escombros en pantalla abruman un poco, pero todo está dentro de lo permitido en una continuación del estilo.
Quiero creer que el pobre éxito en taquilla nativa de The Expendables 3 tuvo que ver mayormente con la filtración de un "workprint" días antes del estreno y no con la calidad final de la película, que finalmente encuentra el equilibrio entre la parodia de todos los involucrados y la acción ochentosa y noventosa que se espera de un producto con estilo. Y si este es el fin de un capítulo de la saga, al menos se despidieron a lo grande y con redoble de tambores.