Los héroes vuelven a la carga: ahora son dieciséis
Para su tercera, Los indestructibles sigue convocando figuras de acción y abre el juego a los jóvenes.
Armarse de una buena carga de pochoclo y rendirse a un show de golpes, patadas, corridas, autoparodias y gags nunca nuevos pero siempre efectivos, es la clave para disfrutar de Los indestructibles, que va por su tercera entrega.
Si viene vencida, se debe al escaso suceso que ha tenido en su país de origen, donde estrenó el 11 de este mes, y el vago eco que obtuvo a nivel internacional.
La fórmula es la misma que en las dos anteriores: reunir a los héroes de acción de las décadas de los ´80 y ´90 para conformar un grupo de elite que combata contra los malos que amenazan la vida en el planeta.
Si la primera entrega captó interés, y la segunda, cuando menos, divirtió con el agregado de reconocidos hombres de acción, en ésta se intenta hacer lo propio y abrir la puerta a un cartel de figuras que participaron de títulos más recientes, porque, de los "viejos" ya figuraron todos.
La trama no es el fuerte de este título. Resulta difícil creer que cuidarla en exceso haya sido la intención. La historia sigue al grupo de mercenarios conocidos como "Los indestructibles" que entran en conflicto con uno de los cofundadores del grupo y ahora despiadado traficante de armas Conrad Stonebanks (Mel Gibson).
El hombre, que se volvió más malo que la peste, está decidido a destruir a sus excompañeros, pero estos contarán con refuerzos para evitarlo. Después de todo y como versaba un título ochentoso, Retroceder nunca, rendirse jamás, aquél que protagonizó Jean Claude Van Damme, uno de los primeros convocados por Stallone para Los indestructibles, pero que finalmente apareció en la 2.