Empezar a dejar de ser
Los indestructibles es un concepto al que se aferró un Sylvester Stallone que en 2010 estaba de vuelta de estar de vuelta. Ya había vuelto a hacer Rocky y Rambo (una buena y una fea) y sobre todo había hecho olvidar un poco algunos de esos desastres que casi terminan con su carrera. Los indestructibles es un chiste tamaño familiar que viene a decirnos: nosotros somos los desechables de USA, nosotros hicimos las películas que amaban en los 80 y que ahora tildan de fascistas, ahora vamos a hacer explotar todo de nuevo. Con una primera parte divertida, aunque algo irregular, que se la pasaba subrayando el chiste de la vejez de los protagonistas; una segunda parte extraordinaria, de narración más fluida y con chistes más disparatados (imposible olvidar la aparición de Chuck Norris, debe ser lo mejor que ha hecho Simon West); esta tercera parte queda un poco relegada al status de episodio simpático, primero porque nunca logra la espectacularidad y el desenfreno de la segunda parte y también sufre el desgaste lógico de una propuesta que ya no es novedad, sobre todo cuando religiosamente se estrena una cada dos años.
Uno de los principales atractivos a priori de esta franquicia son sus exagerados elencos, en este caso con una cantidad ridícula y despareja de grandes glorias. Por ejemplo el gigantesco Harrison Ford que viene a reemplazar al personaje de Bruce Willis, con quien Stallone (el que dirige toda la batuta) tuvo algún fuerte entredicho, que mas allá de hacer unos cuantos chistes que funcionan a la perfección da la sensación de estar cargando dolorosamente sus 72 años.
De hecho, en su estructura, Los indestructibles 3 es: una buena secuencia inicial, una mejor secuencia final y en el medio Stallone dialogando con sus estrellas invitadas, un casi insoportable Banderas, un más amable y divertido Kelsey Grammer.
Los indestructibles 3 a diferencia de sus predecesoras se sostiene casi exclusivamente en sus estrellas, lo cual es entendible si se piensa que es la que más actores reconocidos acumula. Es excelente cada aparición de Wesley Snipes que entiende la dinámica de estas películas a la perfección, pero quien está mejor que todos es Mel Gibson que hace un malo despreciable y tiene un buen combate mano a mano con Stallone. Se agradece esta vocación de Mel Gibson por burlarse de su bien ganada fama de ser despreciable con talento. También hay que mencionar la buena predisposición de Schwarzenegger que a esta altura hace de actor que no sabe actuar (lo cual es mentira sabe actuar y ha hecho grandísimas películas) y tiene ridículas participaciones con algunos buenos chistes fuera de timing. El resto del elenco son el viejo equipo de Barney (Stallone) con el siempre rendidor Statham a la cabeza, y el nuevo equipo, un montón de jóvenes ignotos e intercambiables para futuras continuaciones de la saga.
Es momento de decir también que Los indestructibles como idea han entrado ya en la zona de la duda. Puede pasar que se sigan haciendo por un tiempo más episodios parejos y simpáticos, y en algún momento desaparecer más o menos dignamente; o los puede alcanzar la decadencia como tanto a sucedido en la carrera de Stallone y terminar con alguna desastrosa cuarta o quinta parte. La esperanza es volver a ver lo que hicieron en la segunda. El bueno de Sylvester ha sufrido públicamente el paso del tiempo, como Bianchi, como Riquelme, y como los hinchas de Boca y como todos en general, nadie quiere dejar de ser, ni glorioso, ni campeón, ni casi nada.