Rompan todo
Probablemente Los Indestructibles sea una de las películas donde más se han aventurado pronósticos sin siquiera verla, incluso desde que se tuvo conocimiento de su realización hace poco menos de dos años. El nombre de Sylvester Stallone en la dirección, junto a otros hitos de las películas de acción de los ochentas despertaba a un grupo de espectadores que esperaba por esto desde hace un tiempo. Quizá el film era una película de acción llana, cargada de disparos y héroes imposibles en escenarios que tienen menos sustento geopolítico que una película infantil, pero en su premisa encerraban la honestidad de entretener sin vuelta alguna.
Este era el planteo, que quizá se base más en el imaginario colectivo generado por estas películas que en las películas en sí. Con esto me refiero a que hay algo idílico en la construcción de esta nostalgia: si, hay buenas películas y enormes clásicos, pero también hay bodrios insufribles que no solo eran malas películas, también eran aburridas. Y eso por no hablar de la supuesta autoconsciencia de la incorrección política: hay películas que son ofensivas sin pretender ser otra cosa, también las hay de venganza por mano propia sin vueltas y, finalmente, aquellas donde el enemigo común es evidente y se justifica en un discurso peligroso. Pero aquí está Stallone con su propuesta, y podríamos decir que hace honor a ese cine de acción con una película que más allá de sus irregularidades entretiene, es vertiginosa y sin declamar habla de esos iconos de los 80´s entre explosiones e impecables coreografías.
Pero hablemos un poco de la película: hay un grupo de mercenarios llamado The Expendables (que podríamos definir como “descartables” y se refiere a la duración del héroe de acción en el subtexto) que resuelven misiones contra diferentes objetivos alrededor del mundo. En algún momento les es ofrecida una misión para derrocar a un líder hispano de cierto país caribeño llamado Vilena. Tras una breve y algo torpe tarea de espionaje, descubren que existe la manipulación corrupta de un brazo armado de mercenarios que utilizan la autoridad del dictador como una herramienta para someter al pueblo a sus intereses. Además, descubren que las cosas no siempre fueron así y que la llegada de esos fulanos que tienen un nexo con los “Expendables” generó violencia y opresión. Como consecuencia se abren de la misión pero cierto interés romántico los hará retornar para el inevitable “grand finale” entre pirotecnia y golpes. A partir de aquí, sin más detalles uno se puede imaginar el curso de la acción.
Sin lugar a dudas el mercenario clave es Stallone interpretando a Barney Ross, un héroe añejado con suficiente experiencia como para dirigir a un grupo con integrantes siempre al borde de la locura. Por eso el film gana peso con el personaje de Dolph Lundgren: después de todo, su inestabilidad lo lleva no solo a asesinar enemigos de manera indiscriminada, sino que también atenta contra su propio grupo. Su desarrollo lateral al del grupo de Ross le da a la película algunas de las mejores secuencias de acción, con un gran enfrentamiento entre Lundgren y el personaje de Ying Yang, interpretado por Jet Li. Pero si de peso narrativo hay que hablar, es sin lugar a dudas el personaje interpretado por Jason Statham (Lee Christmas) el que fluye con más integridad a lo largo de toda la película. No solo revienta todo con su habilidad con los cuchillos y se lleva algunas de las mejores peleas coreografiadas, sino que presenta a un tipo sensible e inseguro en su vida como mercenario, mostrando una versatilidad actoral que solo se puede equiparar a la del experimentado Mickey Rourke con su personaje de Tool (que tiene un monologo memorable). Statham es, sin lugar a dudas, el héroe de acción más completo del cine actual. También brilla el perverso antagonista manipulador interpretado por Eric Roberts, el cual desearán que reviente más de una vez (y por eso trabaja tan bien).
Pero con tantas estrellas y momentos, hay que hablar también de la generosidad de Stallone: cada actor tiene su momento en pantalla y esto no aparece forzado y ridículo, al contrario, es un elenco que se complementa, donde hasta figuras secundarias como Randy Couture o Terry Crews logran sorprender en alguna secuencia. Incluso Giselle Itié, en un papel tan lleno de clichés, logra romper esquemas y ganarse a la audiencia.
El cuestionamiento va a surgir cuando noten que el guión tiene algunas arbitrariedades, además de que las persecuciones están filmadas horriblemente, con momentos donde se pierde la continuidad y se agregan tantos inserts de primeros planos que no se sabe que está pasando. A esto sumemos que alguna pelea aparece deslucida y que los efectos digitales dejan bastante que desear, sobre todo cuando son puestos en evidencia (preséntenle atención al fuego sobreimpreso en varias secuencias o a la sangre luego de alguno de los cercenamientos). Mi problema con esto es que la película no pretende ser serie B o berreta: algunas explosiones y moretones pueden rebatir fácilmente esto, ya que están hechos con un detalle a la altura de las mejores producciones. Aún así, la película es contundente en contraplanos que no pierden la acción por más confusa que esta sea en el montaje.
Entonces, ¿Es Los Indestructibles una película recomendable? Absolutamente. Hay aquí tanta acción y testosterona como para derribar a un edificio. El problema es que quizá decepcione un poco a quienes esperaban un mayor nivel de autoconciencia u homenajes, el film tiene en su subtexto y hasta en su nombre original algo de eso, pero cuando termina uno ingresa en el cauce de la acción y se olvida. En todo caso, entretiene sin culpas ridículas y ofrece algunos de los mejores films de acción de los últimos años a pesar de sus irregularidades. Quizá sea una representación algo postmoderna de los ochentas, pero estos iconos llegaron para quedarse, antes que para heredar un legado.