Sabemos que Sylvester Stallone es un hombre al que lo excita la testosterona, un señor que ha entregado su vida al cine de acción, que sabe aventurarse en proyectos propios y al que no le tiembla el pulso si se trata de estar detrás de cámaras para hacer realidad sus ideas, aunque en el camino queden los perdigones de una ideiología rancia, de una mirada sobre lo que es el cine que, en el mejor de los casos, atrasa dos décadas.
The Expendables es lo peor de lo mejor que dio el cine de aventuras. El auto homenaje que el actor de Rambo decidió protagonizar, producir, escribir y, oh, dirigir, tiene comparsa de lujo, pero acotada y amarreta en términos concretos: Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger, los máximos héroes de acción post Rambo, aparecen apenas unos pocos minutos, como para dar el presente en la fiestita que el grandote de Sly armó para si mismo. Y para que el bisturí mayor de la cinta no sea su autor (cada día más intervenido quirúrgicamente), el que da la nota a la hora de los tajos y deformaciones es el amigo Mickey Rourke, desaprovechado una vez más, en un rol que lo tiene casi todo el tiempo sentado y, para colmo, con una iluminación horrenda.
Quienes sí juegan más que el resto en este pelotero de balas y testosterona eyaculada a diestra y siniestra, son Jason Statham (El Transportador) y Jet Li, que reparten cuchillazos y patadas, respectivamente, haciéndole la segunda al anabólico ex-Rocky en una historia que, para colmo de ridiculeces, incluye un approuch de romance entre el cincuentón y una latina a la que le arrima el bochín, pero hasta ahí nomás.
¿La historia? Ah, la historia. Sí, hay un esbozo: un mercenario (Stallone) es contratado por un señor poderoso (Willis) para que asesine a un líder bananero de una republiqueta ídem latinoamericana. That´s all folks. Cualquier parecido con decenas de películas perpetradas en la década del `80 no es pura coincidencia, es apenas el débil coletazo de una mente atiborrada de ideas (sobre secuelas de Rocky y Rambo) que despuntó el vicio y le dio para eso. Y gracias.