Un corazón casi tan grande como sus músculos
Sylvester Stallone pone todo de sí y disfruta de lo que mejor sabe: el cine de acción, lleno de tiros y persecuciones. Y qué mejor que dirigir, guionar y elegir en el elenco a sus viejos amigos: Bruce Willis, Mickey Rourke y Schwarzenegger.
Aplausos para Sylvester Stallone.
Sí, por qué no. Aplausos para el hombre que tiene más músculos ahora, a los sesenta y pico, que en el apogeo de "Rocky", su ópera magna. Aplausos para Sly, que no le importa ser un mal actor, tener una voz lúgubre, que promueve risas y una cara que se acalambra de tanto colágeno y botox en mejilla, labios y mentón.
Siguen las palmas para este actor y también director, que se hizo millonario gracias a verdaderos hitos -de taquilla- cinematográficos, porque además de la saga del boxeador adorado hasta en Moscú, en plena Guerra Fría, fue el responsable de otro monstruo sagrado como "Rambo". Y ahora se permite dirigir y protagonizar "Los indestructibles", una divertida y explosiva película que rodó con gente de "su palo", con añejos compinches de correrías, como Arnold Schwarzenegger y Bruce Willis, que aparecen en dosis homeopáticas, pero que gustosos se plegaron al juego de compartir un rato con la vieja guardia. También están Mickey Rourke, infaltable en estas lides; Dolph Lundgren, el sueco que encarnó a Ivan Drago en "Rocky IV" (1985), además de Eric Roberts, JetLi y Jason Statham.
"Toda mi vida hice películas de acción, qué me voy a poner a pensar en hacer dramas. Yo estoy para ésto". Claridad absoluta la de Stallone, que no pretende ir más allá de sus posibilidades ni sorprender con un giro de 180 grados. Está tan entusiasmado con "Los indestructibles" -film que se estrena hoy en Buenos Aires y que viene precedido de grandes recaudaciones en los EE.UU.-, que ya se habla de su secuela para 2011.
En el fondo, tiene corazón este fornido empapelado de músculos (naturales y no tanto)... Es un romántico, "un tipo amiguero", como lo definen en su entorno. Es que él decidió homenajear a sus amigos y a él, obvio, con esta película que, más allá de hombres fibrosos, tatuajes, tiros, bombas, motos, vuelos rasantes y patadas de sipalki, cuenta con divertidos giros, diálogos irónicos y otros elípticos que se asocian a la realidad del personaje de turno.
Aunque no todos comulgaron con la premisa de "Los indestructibles". Es que cuando Míster Músculo estaba armando el elenco, pensó en otros históricos del cine de artes marciales como Steven Seagal, Chuck Norris y Jean Claude Van Damme.
Todos generacionales, que fueron creciendo -en arrugas y divisas- con Sly.
No obstante, la devolución no fue la esperada. Seagal adujo tener problemas con el productor Kevin King, Van Damme resulta que exigía un papel "más profundo", mientras que Norris zafó diciendo tener "otros proyectos". "Muchachos -azuzó el ex semental italiano-, ¡vamos a divertirnos, a hacer una de acción y a llenarnos de plata", fue el mensaje del realizador.
ACASO, ¿PENSO EN CHAVEZ?
Durante 2009 Stallone y su troupe viajaron a Brasil, donde rodaron buena parte de las acciones de "Los indestructibles", que tiene un argumento... básico. El espectador que decida ver el film -serán decenas de miles, seguro- sabrá de antemano con qué contenido se encontrará.
Barney Ross (Stallone) comanda un equipo de mercenarios que debe infiltrarse en un país sudamericano, dominado por un inescrupuloso dictador, que tiene sometido a su pueblo. Ese equipo de elite se encarga, secretamente, de los conflictos del Tercer Mundo, y resuelve -o no- lo que otras Fuerzas no pueden.
Si falla, nadie se entera de su existencia. La prensa norteamericana fue impiadosa al acusar a Stallone de pretender hacer una referencia directa con el líder venezolano Hugo Chávez, cuestión que el protagonista no rectificó.
Será una hora y media que no quedará en el podio del cine, aunque sí se recordará como la película en la que Stallone y sus amigos decidieron agradecerle al género que los depositó en la cumbre de sus carreras y que hoy los encuentra en la lógica curva descendente. Aplausos para Stallone, el último mohicano, el hacedor de un género que defiende a rajatablas, evitando -inclusivedobles en las escenas de riesgo, lo que le costó una doble fractura en el brazo. Aplausos, de pie.