La pandilla salvaje de los ochenta.
La premisa es más que tentadora: un conglomerado de estrellas de acción de los ochenta, disparando cuanta arma encuentren en su camino, peleando, explotando todo. Sylvester Stallone reunió a un dream team que incluye a Mickey Rourke, Arnold Schwarzenegger, Bruce Willis (estos tres, con muy poco tiempo en pantalla), Dolph Lundgren (Ivan, el ruso malo de Rocky IV), Eric Roberts (el hermano de Julia...quizás lo recuerde como el mafioso de Batman: el caballero de la noche), Jet Li, Jason Statham (el británico pelado de la saga El transportador) y claro, el propio Sylvester. Hay alguna trampita comercial: como dije antes, Bruce y Arnold tienen apenas un cameo, y el equipo de Expendables (horroroso y equívoco título le pusieron acá) está en realidad formado por los últimos tres más Randy Couture y Terry Crews. Ok, si usted vive en USA o está familiarizado con el fútbol americano o el UFC quizás los conozca.
Como sea, uno ya entró a ver Expendables, con la esperanza de revivir el cine de acción de los ochenta, despreciado no sólo por los críticos intelectuales, y le resulta imposible no sonreír cuando, por el montaje, la iluminación, los one-liners, y especialmente un escopetazo, la película parece haber captado la esencia de ese cine. El espíritu "berreta" dirán algunos. Para otros (en los que me incluyo) la parte difícil en una película de acción es darle corazón. Sangre. Y no hablo literalmente. Entonces, a partir de ese escopetazo, todo parece indicar que sí: estamos en un lugar común, pero confortable. Otra amigable película de clase B.
No hay pretenciones artísticas elevadas, como en, digamos, La pandilla salvaje, aquel clásico de Sam Peckinpah que reunía a un grupo de ladrones en decadencia para lo que podría ser el último trabajo de sus vidas. Y que además, era la carta de despedida del western, un género hoy en día abandonado. Sí: parece contradictorio decir que The expendables no tiene las mismas intenciones. Porque, en primer lugar, la acción desenfrenada, exagerada y desmesurada de los ochenta no es un género en sí (aunque el género "acción" no exista, vaya paradoja) y en segundo, a lo sumo Stallone quiere revivirlo y no despedirse. Está perfecto. Seguramente esta película tenga una secuela. No es conclusiva, como lo fue hace unos años Rambo. O Rocky Balboa.
El problema con esta película es que el corazón trash se parece agotar rápido y sólo por breves momentos revive. Es como el corazón de Mickey Rourke en El luchador (una película mejor, más grande, que habla de lo mismo). La gloria pasada se siente, por ejemplo, en una secuencia donde Stallone y Statham destruyen todo desde un avión. La isla está llena de militares caribeños que apenas pueden hablar español. Claro: la locación debía ser en América Central. Un país bananero, donde se pueda romper todo y defender al pueblo. No lo digo como una crítica: sino como un guiño para el cinéfilo ávido.
Pero quizás el peor pecado que comete Sly sea recurrir a elementos bien contemporáneos para filmar la acción: sonido altísimo y montaje frenético. Uno no sabe que pasa en pantalla. Y si bien en Rambo hacía lo mismo, quedaba una sensación más cerca a Bourne: el ultimátum. La sensación de estar, literalmente, en medio del tiroteo. Ahora, bien, en Los indestructibles, hacia el tercer acto, toda la acción transcurre de noche. Sí: si antes apenas entendíamos algo, ahora directamente nada. Hay un par de secuencias injustificadas y tan arbitrarias que uno duda si Stallone está copiando el estilo trash de esos films o lo hace en serio. ¿Cuál es la necesidad de ver a cada uno de los Expendables poniendo cargas de C4 en slow-mo?
La mayoría de los que aparecen en esta película, realmente son indestructibles.Aún con el paso de los años y las cirugías que tienen encima, hay algo que va más allá de los músculos. ¿Se acuerdan cuando Mickey Rouke decía "I'm an old broken down piece of meat"? Bueno, algo de eso hay también acá. Aunque estos hombres buscan una redención más acorde con su pasado.