Atípico melodrama gótico
"Los inocentes" lleva al espectador a un período histórico indeterminado pero que, con algunos detalles, da pistas sobre distintos eventos del siglo XIX, por ejemplo la abolición de la esclavitud por la Asamblea de 1813. La película empieza varios años antes de esa declaración, cuando sí había esclavos en el Río de la Plata y eran maltratados con toda la furia como la que exhibe un gran actor como Lito Cruz, que se luce como un villano temible en este atractivo melodrama gótico.
Cruz es Güiraldes, el dueño de una finca que enfrenta una sequía, de la que por algún motivo culpa a sus esclavos, a los que maneja látigo en mano, sometiendo a horribles castigos a los hombres y abusando sexualmente de las mujeres. Hay también una muerte en el pasado reciente que empeora las cosas en la familia Güiraldes, y que provoca que el protagonista también maltrate a su esposa y menosprecie a su hijo, que termina siendo enviado por su madre a la ciudad.
Pasan varios años, si bien se supone, aunque en la finca de Güiraldes eso no se nota mucho. Ahora el campo es fértil, debido tal vez a rituales paganos que enfrentan directamente a la iglesia. El regreso del hijo, ahora adulto y con una flamante esposa, provoca nuevas derivaciones en los conflictos y misterios de estos oscuros personajes.
"Los inocentes" tiene excelentes imágenes, con una dirección de arte realmente interesante que aprovecha los decorados y la utilería de la ambientación de época más para enfatizar el clima gótico que para marcar los tiempos históricos. La historia es atrapante, y logra superar el confinamiento del relato casi exclusivamente a la finca. Tanto las actuaciones como las imágenes ayudan a recomendar este film atípico.