Los inventados gana la atención del espectador con detalles de humor absurdo en las primeras escenas. Lucas es un actor que sólo tuvo un trabajo exitoso cuando era niño, pero esto no le llena de orgullo. Ahora busca otros roles sin éxito hasta que se cruza con una joven que le recomienda un retiro actoral con un talentoso maestro. Lucas se anota y el profesor en cuestión tiene como tarea para ellos una sola: cada participante debe fingir ser otra persona sin revelar nunca su verdadera identidad a los demás. No hay que abandonar el personaje, pase lo que pase. A medida que van ocurriendo ciertos eventos, el límite entre lo real y inventado se va perdiendo y Lucas parece ser el único que entiende lo que pasa, hasta que incluso eso empieza a ser puesto en duda. La película conserva su tono y consigna y no se amedrenta frente a los desafíos que la historia propone. Sostiene, como los personajes, aquello que se ha propuesto, generando un clima único y original que es justamente su mayor encanto.