El pasatiempo mortal de una sociedad decadente
Hay que tener en cuenta que el director Gary Ross decidió llevar al cine un éxito editorial sumamente popular entre el público adolescente y juvenil que cuenta una historia sin demasiados elementos originales, lo que implicaba un desafío con bastantes riesgos potenciales. El realizador sale airoso de la prueba y establece un buen primer peldaño para lo que seguramente será una saga más que taquillera, porque tiene todos los elementos necesarios como para encantar al mismo público que consume las novelas. Y uno de los principales aciertos del director está en la elección de la protagonista: Jennifer Lawrence es una de las apariciones más prometedoras de la pantalla, desde aquel memorable trabajo en "Lazos de sangre" (que le valió una postulación al Oscar) después de varias participaciones en distintas series de televisión. La chica es dueña de un carisma notable y actúa con sensibilidad e inteligencia; de otro modo no habría podido soportar un papel protagónico con las características del que le tocó en esta producción. La narración de las desventuras de Katniss Everdeen está contada casi exclusivamente desde el punto de vista de la joven, por lo que ella está permanentemente en la pantalla; la muchacha resuelve admirablemente el desafío. Otro punto a favor que muestra el filme es la inteligente y creativa ambientación en un futuro cercano, en la inquietante Panem (el territorio que antes fue EE.UU, ahora dividido en 12 distritos) habitada por un sociedad decadente que busca en los Juegos del Hambre (una competencia del estilo de los reality shows, pero a muerte) la distracción que los aparte de la monotonía de sus existencias reales.
Como en las viejas novelas de ciencia ficción, hay aquí una velada crítica a los pueblos que han perdido valores como la solidaridad o el sentido de equidad, y a la nociva penetración de la televisión en la sociedad, pero no es el tema fundamental. La estructura del argumento gira alrededor del drama y las aventuras que corre la protagonista, sin descuidar el costado sentimental. En ese sentido, puede criticarse una pintura demasiado superficial de ciertos personajes secundarios que merecerían un desarrollo más profundo (el desgastado ex ganador de los juegos que encarna Woody Harrelson, el presentador del reality que compone Stanley Tucci y el propio presidente de Panem, a cargo del siempre eficaz Donald Sutherland). Pero también es cierto que este es el primero de los capítulos de una saga, y que ya habrá tiempo para ocuparse de esos personajes.
La película está muy bien contada, con un correcto manejo de los ritmos y de los climas, a pesar de que sus 142 minutos pueden resultar excesivos. También puede apuntarse como logro del director el haber dosificado con buen criterio las escenas "lentas" con los pasajes de acción, plenos de vértigo pero puestos en la pantalla con gran claridad y precisión; el uso de los efectos especiales está en función de la narración y no para lucimiento de los efectos en sí mismos. Y, desde luego, el mérito principal es el de haber instalado en el público un tema y una cantidad de personajes que seguramente cobrarán aun más popularidad que la que les dieron las novelas, y que asegurarán la continuidad de la saga