Una historia que va mucho más allá del fenómeno literario
La adaptación al cine de una novela popular es un emprendimiento riesgoso. La legión de seguidores que descubrieron y se enamoraron de la historia en papel sueñan con ver su historia favorita en el cine, pero no desean que esas imágenes se alejen demasiado de lo que ellos mismos imaginaron. Así, el director se encuentra con la imposible tarea de intentar conformar a quienes conocen el relato al dedillo y al mismo tiempo intentar atraer a aquellos que se acercarán a él por primera vez. Es usual entonces que sin querer traicionar a ninguno de sus potenciales espectadores, el film termine no satisfaciendo a ninguno. El caso de Los juegos del miedo es la excepción a esta regla. Gracias a la inteligente mirada del director y guionista Gary Ross, la fantasía futurista que imagina un mundo oprimido en el que los integrantes más jóvenes de la sociedad son obligados a luchar a muerte entre ellos una vez al año, atrapa e interesa aun cuando nunca se haya oído hablar de la trilogía de novelas que dio origen a la película. Y aquellos que las conocen no tendrán demasiado de qué quejarse ya que todos los elementos fundamentales del libro están presentes en el film. Los realizadores tomaron especial cuidado en el ingrediente principal y necesario de la trama: su protagonista. La historia gira alrededor de Katniss Everdeen, una adolescente obligada a crecer de golpe por la muerte trágica de su padre, la incapacidad de su madre de cuidarla a ella y a su hermana y, finalmente, el mundo hostil que la rodea. Tanta responsabilidad y seriedad podría haber conformado un personaje denso, demasiado oscuro. Y aunque ambos elementos están presentes, la cierto es que desde el primer momento que aparece en pantalla Katniss es básicamente una sobreviviente por la que el espectador tomará parte rápidamente. Esa identificación ocurre por una combinación de un guión preciso, el inteligente uso de la cámara en mano -un modo económico de presentar sus conflictos y temores-, pero sobre todo, por la presencia de Jennifer Lawrence. La joven actriz ya había llamado la atención en Lazos de sangre , donde como aquí su fotogenia y talento interpretativo se volvían el punto focal de todo el film. En este caso su Katniss es a la vez pura fuerza y profunda carencia, un rol bastante alejado de la heroína romántica que usualmente aparece en este tipo de historias dirigidas -aunque no exclusivas, claro-, al público adolescente. Aunque el triángulo amoroso tendrá su espacio, especialmente de parte de Gale y Peeta, los dos muchachos que la rodean, el núcleo de la trama pasará por otro lado.
Transformada en la proveedora y protectora de su familia, Katniss deberá participar de los mortales y televisados juegos organizados por el presidente Snow (un terrorífico y siempre rendidor Donald Sutherland). Algo así como el más extremo reality show, en el desarrollo del film -a diferencia de la novela-, la competencia será examinada desde el punto de vista tanto de sus jóvenes competidores, como de sus crueles organizadores. Allí cobrará importancia la intervención de Woody Harrelson como Haymitch que con su impecable tempo para la comedia aportará cierta liviandad a una historia que se torna más violenta a media que avanza la trama. Menos destacada -al menos por ahora porque su personaje crecerá en las próximas entregas-, es la participación de Lenny Kravitz como un bondadoso aliado de ese gran personaje que es Katniss.