Siempre sostuve, y aun lo hago, que comparar literatura y cine no es del todo justo. Ambos formatos tienen recursos narrativos distintos y los tiempos de uno no pueden casi nunca condecirse con los del otro. Asique más allá de advertir que esperaba con grandes ansias The Hunger Games, Los Juegos del Hambre su título en español, porque su referente literario me había cautivado, trataré de no hacer demasiados paralelismos, simplemente los necesarios, y de no caer en ese tremendo e insalubre fanatismo que a veces sacude a algunos lectores de comics cuando sus favoritos se adaptan a la gran pantalla como sucediera, por ejemplo, con Watchmen en su momento.
Si he de achacarle algún pecado a la cinta es que intente satisfacer a tres géneros como el drama, la ciencia-ficción y la acción, aunque escasa pero presente, resultando finalmente una película desabrida que se balancea infructuosamente entre esos tres puntos sin terminar de desarrollarse por completo. Eso sin contar los significativos baches que presenta el guión, co escrito entre la propia Collins y el director del film Gary Ross, colaborando a que aquel espectador que no haya leído la novela se pierda por momentos.
Sé que es difícil que cuando una obra literaria presenta varios personajes con igual importancia, su adaptación a la pantalla grande logre fielmente la misma profundidad psicológica; sin embargo en The Hunger Games vemos un desfile de 24 concursantes del que apenas sabemos el nombre y que terminan por no manifestarnos ningún tipo de identificación, ni sorpresa, ni mucho menos amenaza. Que Katniss, interpretada muy correctamente por la magnífica Jennifer Lawrence tenga que sobrevivir a un medio hostil nos es indiferente porque ese medio está totalmente desdibujado, los 23 enemigos de los que escapa de continuo no llegan nunca a ser un verdader peligro como así tampoco lo es ese medio ambiente en el que se mueven. La cosa queda reducida a un mero entretenimiento televisivo con el que el poder de turno quiere demostrar su dominio; y si bien eso ya conformaría una buena herramienta de reflexión, la violencia sin sentido, la deshumanización del ser humano, etc, el ritmo, por momentos demasiado pausado, termina por socavar cualquier intento de generar una.
Muchos son los que toman esta nueva saga, o mejor dicho trilogía, como la sucesora de la ya finalizada Harry Potter o la ya casi a punto de terminar Twilight, sin embargo, y aun cuando Los Juegos del Hambre sea ciertamente muy superior a esta última, aquellas sabían perfectamente al público que apuntaban tanto con sus métodos narrativos como su ritmo. Aquí no hay lugar para que las relaciones entre los protagonistas se planteen sólidamente quedando en segundo plano sus motivaciones o una buena y contundente identificación con el espectador. Cosa que sí se logra en lo literario. Lawrence enamorará a los que ya la conocen por otros trabajos, no por su Katniss, Peeta, interpretado por Josh Hutcherson no generará prácticamente nada, ni sospecha ni cariño como su retrato literario.
The Hunger Games trata de ser fiel al original, incluso en esos primerísimos primeros planos que tiene para transferir el aspecto de primera persona en la que está narrada la obra. Incluso en ese continuo movimiento de cámara para darle más veracidad a lo que sucede, pero descuida constantemente detalles centrales que hacen a la verdadera adrenalina de la historia. Y aun peor, desestimando datos que son los que después de todo nos dejan con ganas de segundas partes.
Podríamos tomar esta primera entrega como una forma de presentación, como un botón de muestra de lo que podrían ser las otras dos partes futuras, Catching Fire y Mockingjay, sin embargo el estilo narrativo de Ross me parece desacertado queriendo hacer de una cinta que han vendido como algo más comercial, un drama intenso que finalmente se siente tibio. Es de entender que siendo la historia un relato realmente violento, al que varios ya comparan con Battle Royale pero más lavado, la decisión de cómo se lo cuenta no haya sido fácil si la premisa era vender. Pero la realización ha quedado entonces en una cobarde mirada a la violencia sin sentido, en una estereotipada crítica a la sociedad del Gran Hermano que ya adelantaba Orwell.
The Hunger Games puede llegar a ser un éxito arrollador, para los infaltables ávidos por otras sagas, pero honestamente dudo que llegue a ser una gran saga si siguen apostando por los mismos recursos narrativos, por esas elipsis sin sentido, si siguen apostando por un público conocedor de la historia literaria que sepa completar los espacios en blanco. Sin demasiada fibra ni adrenalina, este film, uno de los más esperados del año, es una apuesta pálida y por momentos incluso aburrida para una historia que realmente daba para mucho más.