SI SOMOS UNA FAMILIA MUY NORMAL
En los 90’s ya se intentó recuperar el universo de Los locos Addams para las nuevas generaciones, algo que en todo caso no estaba tan lejos de su tiempo: la serie original era de los sesentas, pero con las constantes repeticiones muchos de los adolescentes de entonces tenían todavía el recuerdo fresco y el vínculo era más directo. Pero aquellas películas, un tanto fallidas, no lograron insuflar nueva vida en los personajes y Los locos Addams volvieron a perderse en el tiempo. Llamativamente, hace un par de años el ánimo nostálgico de los productores decidió que era momento de un nuevo reboot, ahora en el formato que mayores dividendos aporta a la industria: el cine animado. Lo curioso del movimiento -signo también de estos tiempos- es que la película toma como modelo a la saga actual -y más exitosa- de Hotel Transylvania antes que a la serie creada por David Levy. Entonces para qué y por qué.
Si usamos el prólogo para hacer algunas referencias a la producción es porque Los locos Addams 2 se justifica más en el diseño del cine actual, hecho para el público cautivo de reversiones, secuelas, sagas y franquicias, que en su sustancia cinematográfica. Dirigida por Greg Tiernan y Conrad Vernon, también directores de la primera parte, la película suscribe preferentemente a dos registros: el humor slapstick y la road movie. Los personajes salen de viaje con el fin de recorrer el país y fortalecer el vínculo familiar, mientras los persigue un villano que desea tomar una muestra de ADN para esclarecer el parentesco de Merlina. La road movie, por lo tanto, es el camino que usa la película para expresarse y para justificar su identidad de película segmentada pegada con plasticola. Los locos Addams 2 son una serie de sketches que encuentran lógica de conjunto a partir del viaje y los diversos destinos a los que los protagonistas llegan. Y el slapstick es, en definitiva, el tono del humor elegido, apostando por una serie de golpes y deformaciones propias de la animación. Todo, obviamente, huele un poco apolillado cuando a los registros reconocibles no se les adosan ideas interesante.
No deja de ser curioso que una película que aborda el tema de la identidad, carezca de tal elemento. Salvo Merlina, el personaje que presenta mínimamente un conflicto, los restantes integrantes de la familia no son más que conceptos vacíos sintetizados al único chiste. De la mirada oscura y del humor negro sobre la familia ejemplar que tenía la serie no hay nada, y apenas quedan algunas humoradas sueltas que tienen mayor vínculo con la tradición del cartoon clásico. Tal vez el sentido de viaje le otorgue cierto ritmo entre sketch y sketch, y el asunto se pase más rápido de lo esperado. En conclusión, el cine como un trámite. De eso se trata un poco la industria cinematográfica actual.