Desde 1964, cuando nació la extraordinaria serie de TV que todavía disfrutamos, la familia Addams saca provecho de sus diferencias con el resto del mundo. Tal vez por eso resulta casi inevitable que la nueva adaptación de este clásico de la comedia recurra como eje narrativo y dramático a la cuestión de la diversidad.
Los Addams tienen las mismas costumbres y conductas que descubrimos desde la TV en blanco y negro medio siglo atrás. Pero ahora viven en 2019, demasiado cerca de una típica edificación suburbana explotada por una conductora de realities televisivos que remite al mundo de The Truman Show.
Estos personajes siempre hicieron reír transformando lo tétrico en gracioso mientras convertían el aislamiento en virtud. Pero en esta adaptación la gran protagonista es Merlina, la hija mayor, que observa su situación con el espíritu crítico y la ironía de una adolescente que no quiere quedar afuera del mundo. Su alma gemela en el "universo real" expone también los alcances y riesgos de las redes sociales en las relaciones humanas. Entre las dos aportan los mejores momentos de la película, con chistes que seguramente celebrarán más los adultos familiarizados con la serie (y con algunos debates de actualidad).
Para los chicos, en cambio, la película regresa a un mundo conocido. Ya hemos visto estos contrastes, con bastante mejor fortuna y más imaginación, en la excelente Hotel Transilvania.