Secretos y manías de una familia
Ana Katz indaga en este film, protagonizado por Guillermo FMrancella y Arturo Puig, en la relación entre dos hermanos que hace tiempo que no se ven. Una mirada que espía estas relaciones con humor sútil y sin evitar la amargura.
Los Marziano son tres hermanos: un pesimista ganador que vive en un country con su mujer e hijas; un perdedor que añora el pasado y anda en una motito; y la hermana, supuesto equilibrio entre dos visiones antagónicas del mundo. Ellos recién se reencontrarán cerca del final, a propósito de un asado en ese country muy vigilado pero que tiene pozos en la cancha de golf, tema que preocupa al winner. En tanto, el loser de la familia tiene un problema de salud, aparentemente neurológico, que acosa su visión: ya desde la primera escena de la película vemos que las letras de un cartel se le salen de foco. La hermana, por su parte, hará lo posible para convencer a ambos del hipotético reencuentro familiar.
Ana Katz había mostrado su talento en El juego de la silla, y más aun en La novia errante, dos comedias agridulces desde diferentes ópticas temáticas: la primera, escarbando en una familia disfuncional, y la otra, en una separación de pareja al inicio de un viaje de vacaciones. Los Marziano, en este punto, es su apuesta mayor: intérpretes reconocidos y de éxito, el apoyo económico de una productora y distribuidora de primera línea y una historia escrita a dos manos, entre la directora y su hermano. Los resultados, por momentos, son notables: un humor sutil que nunca omite la amargura de los personajes, situaciones trabajadas desde el detalle sustituyendo la obviedad, una excelente descripción del mundo de la riqueza y el poder del dinero, y en contraste, el lugar que les toca a los perdedores que no aprovecharon su momento. Dentro de esos caminos que el cine argentino industrial casi nunca elige, a años luz del grotesco y de los desbordes gestuales o de los chistes fáciles, el humor de Los Marziano apela a la inteligencia del espectador y al compromiso estético y temático de una directora que describe sin condenar a sus cuatro personajes principales. Desde la puesta en escena, da la impresión que Katz espía esas vidas solitarias (pese a que los personajes pueden estar acompañados), constituídas por cuatro criaturas con sus mañas, miedos, taras, miserias, virtudes, defectos. En ese sentido, las graciosas situaciones que transcurren en el country (donde Arturo Puig compone el personaje de su vida), apuntan a la sonrisa cómplice del espectador describiendo un mundo gris, desangelado, misterioso, nunca declamatorio y siempre detallista. Y donde el dinero y el poder económico no resultan suficientes para ser feliz. Ni un poco.
Los Marziano tiene cuatro intérpretes que funcionan a la perfección en sus papeles, claramente delimitados por la solidez del guión. Pero también posee una mirada particular, minuciosa, que observa con extrañamiento y delectación a esa familia disfuncional y rabiosamente empática hacia el espectador. Es la mirada de una excelente directora de cine.