All Is Love
La primera película de Ana Katz, El juego de la silla (2002), fue una feroz comedia chirriante sobre una familia. La segunda, Una novia errante (2006), una más apacible comedia lunar (y marítima, con mareas) sobre la pareja y la soledad. La tercera es la excelente Los Marziano, y de esa se balbucea un poco en esta columna.
Los Marziano es también sobre una familia, y es también una comedia. Pero es muy distinta a El juego de la silla: en Los Marziano no hay grotesco alguno, no hay bochinche. Hay una superficie límpida, una mano segura (hasta podría decirse sobria) que narra y guía esta historia de dos hermanos, con una hermana más y la esposa de uno de ellos (y otros personajes). Lo que sí comparte Los Marziano con las películas anteriores de Katz es su excentricidad: no es sencillo encontrar referentes, filiaciones, relaciones, de Los Marziano con otras películas. A partir de una primera visión en una función en la que parte del público parecía desconcertado, van algunos apuntes:
1. En las fundamentales actuaciones, hay un gran trabajo de amalgama por parte de Katz. Arturo Puig no aparecía en el cine desde su papel secundario en Lugares comunes (2002), de Adolfo Aristarain. Rita Cortese suele imprimir a sus papeles una intensidad un tanto fulminante que aquí se ve encauzada hacia la posibilidad de brindar emociones menos frontales. Guillermo Francella logra otro papel que lo confirma en su talento y versatilidad: su aparentemente extraviado Juan Marziano oscila entre el gesto mínimo y la explosión, y logra conmover sin patetismo en un papel que invitaba a los mil desbordes. Mercedes Morán es el vivo ejemplo de la fotogenia (y ya en La ciénaga demostraba su enorme capacidad de actriz de cine). Los cuatro protagonistas están verdadera y brillantemente orquestados por Katz, y cada pasaje de la película podría ponerse como ejemplo de este trabajo tan meticuloso como aireado, de este actuar y dejarse dirigir con plena confianza.
2. Luis Marziano (Arturo Puig) esconde cierta nobleza detrás de una mezquindad a repetición. Es un gran mérito del armado de la película que no tengamos que esperar al final para reconocerla (la vislumbramos en su mirada, en su cansancio, en sus gruñidos). Nena (Morán) es el ancla lógica de la película. Esto se muestra de manera soterrada, hasta llegar al final (no estoy revelando nada, obsesivos de los finales: la película no se trata de enigmas a ser resueltos). Nena es, además, atractiva: mérito del vestuario y de la belleza en movimiento de Morán. Los hombres de la película son más quietos, quieren “quedarse”. Las mujeres ponen al mundo y a la familia en movimiento. Y en las ropas transparentes de Nena podría estar la representación de sus intenciones.
3. Los Marziano, película sobre las distancias, se hace fuerte en los encuentros, a los que cocina a fuego lento pero con conocimiento y decisión. Y ya que usamos esa figura berreta del fuego, y antes hablamos de aire (lo aireado), agreguemos los pozos en la tierra y algunos exabruptos con el agua. Los cuatro elementos. Los Marziano podrá confundir a algunos, que la verán elemental en su falta de ornamentos gancheros y de fórmula, pero es una de las películas más sofisticadas que el cine argentino ha dado sobre la familia y las relaciones fraternas. Habrá que prepararse para verla una vez más y poder escribir algo más sólido. Y, como decía el título de la gran película de Blier, preparen los pañuelos.
4. El título de esta nota es el de una canción de la muy recomendable banda sonora de Donde viven los monstruos, película de Spike Jonze que fue directo a DVD. El CD me produce un estado emocional similar al de la película, que todavía no logro definir del todo (bah, ni un poco).