Una película de otro planeta
Los Marziano (2010) cuenta con un elenco multiestelar encabezado por Guillermo Francella –uno de los actores cómicos más famosos de Argentina- junto a Arturo Puig, Mercedes Morán y Rita Cortese. Sin embargo no estamos frente a una película popular, liviana y vacía. Sorpresivamente, y para bien, estamos ante todo lo contrario.
Los Marziano es una familia de tres hermanos integrada por Luis (Puig), Juan (Francella) y Delfina (Cortese). El primero está casado con Nena (Morán) y lleva una vida económica, holgada y sin sobresaltos. Juan vive en Misiones y por un problema de salud debe viajar a Buenos Aires. Luis y Juan se han distanciado hace tiempo por un conflicto económico. A pesar de que Delfina y Nena hacen lo imposible para que haya una reconciliación, los esfuerzos son en vano.
Más allá de la popularidad e su elenco Ana Katz (El juego de la silla, 2002) nos sorprende con un film que resulta ser su opuesto y que sin duda va a dividir aguas. Plagado de metáforas y simbolismos -los pozos del country en el que viven Luis y Nena o la mochila de Juan-, la verdadera película empieza cuando el fílmico llega a su fin. Es a partir de ahí en que la cabeza del espectador –si es que está interesado en formularse preguntas sobre lo que acaba de ver- empezará a trabajar para articular la historia y de lo que se imagina que pudo haber sucedido después: allí radica la verdadera esencia de Los Marziano y de la indagación que propone la directora.
El film está narrado desde la visión de los hermanos y sus posturas frente al episodio que desencadenó la ruptura familiar. Por un lado vemos a Luis y Nena, mientras que por el otro nos encontramos con Juan y a Delfina operando como nexo. Es en el final donde los personajes confluyen y donde nace la otra película, la que no existe formalmente pero sí en la mente del espectador.
Si uno elige ver este film nada más que por su elenco es muy probable el desenlace provoque cierto enojo o desconcierto. Si lo que elige es ver una película inteligentemente planteada, con un elenco que actúa creando personajes y un conflicto creíble desde la lógica de una directora que se mantiene fiel al estilo impuesto en sus trabajos anteriores, no saldrá defraudado, aunque sí con muchas dudas. Eso habla de un espectador sensible ante una propuesta sin concesiones.