Como una vecina que espía tras la puerta
La apuesta de Ana Katz (El Juego de la Silla, Lucro Cesante) propone poner la mirada sobre una familia común–los Marziano- e invita al espectador a ser testigo, sin cuestionamientos profundos, de la complejidad de las relaciones. Tres hermanos, la esposa de uno de ellos y una historia de la que poco se sabe, pero que con mucha sutileza va descubriéndose a medida que avanza el film.
Los Marziano es una película diferente porque lo que allí ocurre no es un hecho fuerte que proponga un punto de giro en lo que se venía desarrollando. Si bien ocurren hechos que dan pie a la historia que sigue, más bien da la sensación de que uno mira desde afuera un segmento de la vida de los protagonistas –otra diferencia aquí: no hay un protagonista, sino que son cuatro los personajes importantes, cuyo peso podría hacer a cualquiera de ellos el principal del film-. Esa mirada podría ser la misma que tiene cualquier persona sobre alguien que conoce a una familia o a algunos de sus miembros. Lo que importa en esta propuesta es la observación de la evolución –o no- de esos personajes.
Juan, compuesto por Francella, es un hombre simple al que no le preocupan demasiado las cosas. Su problema visual –de pronto se da cuenta de que no puede leer porque no entiende las letras, luego no ve algunos objetos- es algo así como la puesta en concreto de lo que le ocurre personalmente: tiene problemas económicos y hace rato que no se comunica con su hermano. Sumado a esto, parece incapaz de ver lo que realmente ocurre a su alrededor y de darse cuenta de cuáles son las cosas importantes. Como en El Secreto de sus Ojos, Francella demuestra otra vez su capacidad actoral para representar papeles serios, lejos del cómico al que tiene a todos acostumbrados. Delfina, la hermana que protagoniza magistralmente Rita Cortese, intenta ayudarlo y hacerlo tomar conciencia de su problema. Sin embargo el hombre no acusa recibo y sigue, más preocupado por digitalizar unas cintas con grabaciones que por su salud o sus lazos familiares.
Por otro lado está Luis, interpretado por Arturo Puig, quien cae en uno de los misteriosos pozos que aparecen cavados en el campo de golf del country en el que vive junto a Nena, su mujer (protagonizada por una muy convincente Mercedes Morán). Luis está obstinado en descubrir al autor de los pozos, y en esa búsqueda se aísla del conflicto familiar.
Los encuentros y desencuentros de Los Marziano se desarrollan a veces en amplios planos que muestran la apacibilidad del country o la comodidad de la casa de Luis; otras, en pequeños espacios como los del departamento de Delfina o los consultorios médicos que ella visita con Juan. La historia, con pequeños detalles cotidianos que dejan entrever grandes conflictos, podría haber ahondado más en las relaciones entre los hermanos. En cambio, la directora prefirió solamente observar, como espiando un poco la vida ajena. Una buena propuesta, aunque podría haberse sumergido un poco más en unos personajes cuyo interior podría haber sido rico.