Tierra de policías
Casi una década después de la exitosa Día de entrenamiento, el director Antoine Fuqua vuelve al género policial con una película que explora los límites, compromisos y lealtades de un grupo de oficiales con el horizonte cero como común denominador.
Durante poco más de dos horas, Los mejores de Brooklyn se encarga de mostrar el estado de las cosas en la vida de tres policías: Eddie (Richard Gere), de vuelta de todo, alcohólico y a punto de jubilarse, Sal (Ethan Hawke), en caída libre luego de asesinar a un traficante por unos miles de dólares, y Tango (Don Cheadle), un oficial encubierto al que cada vez le cuesta más distinguir de qué lado está.
La película se asienta en la cuestión moral que tensiona las decisiones cotidianas de los protagonistas. Se adivina un desencanto prematuro de Eddie que peina canas, con la esperanza de ser detective irremediablemente perdida, sin ningún interés por entrenar a un novato y que mira para otro lado cuando asiste al secuestro de una chica en su barrio. O Sal, desesperado por conseguir dinero para comprar una casa más amplia que albergue a su familia que no para de crecer mientras que ahí afuera, en su trabajo, el efectivo de las drogas circula a montones. Y Tango (¿?), tal vez el personaje más complejo de Los mejores…, infiltrado hace demasiado tiempo, demasiado solo, con la brújula de las lealtades definitivamente rota, aferrado a la amistad con Caz (Wesley Snipes), un gangster de la vieja guardia, sin dudas mucho más cercano que sus jefes blancos y burócratas.
Con una estructura coral que preanuncia la tragedia final y se hace más densa a medida que pasan los minutos, y un elenco eficaz –aunque Gere no termina de acomodarse en el rol de policía quemado que busca la redención sobre el final–, Faqua se las arregla para llevar con dignidad un thriller correcto, aunque sobrecargado de clichés, que no aporta nada nuevo al género pero al menos se puede ver. Bastante más que las decenas de policiales que se amontonan cada