Las marionetas de Brooklyn
Qué bueno es salir del cine comprobando que a uno no le acaban de contar una vez más el cuento del “héroe americano”. Los mejores policías que muestra esta película no son héroes, quizás tengan apenas algunas actitudes heroicas, pero dejan en evidencia todo el tiempo que son seres imperfectos, capaces de vender sus almas por el dinero o traicionar a un amigo, son víctimas de un sistema policial que es tan corrupto como todos los crímenes que ocurren en las calles, un sistema que hará cualquier cosa para mantener una imagen pública de orden y respeto.
Los mejores de Brooklyn fue rodada en escenarios reales de ese barrio para lograr un mayor realismo y para que los actores, según comentó el director, pudieran compenetrarse mejor con sus personajes y con el dramatismo de sus realidades. Alterna momentos de gran tensión con escenas de calma aparente en las cuales se puede sentir que ese frágil equilibrio está a punto de quebrarse, que los hilos que mantienen las cosas en su lugar ya están a punto de cortarse. La composición del guión es muy buena y se trata de la opera prima del guionista Michael C. Martin quien, para conseguir dinero para cambiar su auto, decidió participar de un concurso de guiones cuyo primer premio era de 10.000 dólares. Efectivamente su guión ganó y Antoine Fuqua se encargó de rodarlo.
Eddie (Richard Gere), Tango (Don Cheadle) y Sal (Ethan Hawke) encarnan a tres policías cuyas vidas apenas se rozarán durante la película, por la distancia de algunos metros. Eddie está solo desde hace mucho pero sigue usando su alianza, está a punto de retirarse de la Policía, en la cual ya no cree, y busca refugio en el alcohol y en una prostituta. Tango, para recibir un ascenso y estabilidad laboral, tuvo que sacrificar su matrimonio y delatar a sus amigos de la infancia que son narcotraficantes. Sal, en cambio, está desesperado porque su sueldo no alcanza para tener una casa en la que pueda vivir con todos sus hijos y se ve obligado constantemente por su trabajo a decepcionar a sus seres queridos. A pesar de vivir situaciones distintas y problemas particulares, los tres se asemejan por ser simples marionetas del sistema policial, cuyas reglas atentan incesantemente contra ellos y sus familias. Por medio del montaje paralelo de las tres historias, sabemos que los protagonistas están cerca, oímos pasar el mismo tren de una escena a la otra pero los separa la distancia de sus propias existencias y decisiones.
Antoine Fuqua nos trae una película cruda, llena de escenas de acción de gran realismo, que muestra situaciones que en el cine norteamericano no estamos acostumbrados a ver, que tiene muchas características del policial negro Americano, en el cual predominará la inseguridad social y los cuestionamientos no surgirán a partir de los casos policiales para resolver, sino sobre qué tan delgada es la línea que separa el bien del mal o si en realidad esta línea existe. Si hubiera que categorizarla probablemente entraría tanto en el genero dramático como en el policial; no se trata obviamente de ese tipo de drama lacrimógeno que se ve con una caja de pañuelitos en la mano, sino un drama duro que busca denunciar un sistema corrupto y apelar a la reflexión del espectador y no ciertamente a la lágrima fácil.